Se suele decir de los villamarienses que somos un poco “caretones” e individualistas. Pero esta afirmación se derrumba cuando llega la época del Festival y muchos turistas que arriban son interrogados con las preguntas del millón. “¿De dónde es?, ¿por qué vino?, ¿quién le recomendó venir a nuestra ciudad?”.
La lógica indicaría que las apreciaciones se remiten a las cuestiones de infraestructura o limpieza de calles, pero lo que más resaltan es la calidez, la simpatía, la amabilidad y, sobre todo, la educación. “Es notable lo educados que son los villamarienses”, nos decía una señora de Santa Fe, a lo que agregaba: “Estábamos comiendo un asado en el río, lleno de familias, y la gente te saludaba, te alcanzaba algo si te hacía falta. Ustedes son bárbaros”.
En cuanto a los puntos por mejorar, se señaló un mejor sistema de venta de entradas anticipadas a distancia y varias remodelaciones en el camping municipal. Vale recordar que este espacio no está más habilitado como lugar de acampada, como era antaño.
De carpa en carpa
El predio del Centro de Empleados de Comercio es uno de lugares donde más se acercan los turistas a acampar. En esta ocasión arribaron de La Pampa. Mendoza, Río Negro, Rosario, Santa Fe, Córdoba capital y zona aledañas. Allí entrevistamos a Jorge y Ana María Ranea, quienes vinieron desde El Bolsón, provincia de Río Negro, en un motorhome y ya hicieron amistad con Miguel y Marta Brewer de Río Tercero.
“Me enteré del Festival por Internet. La grilla de artistas es muy buena”, nos comentaba el hombre del sur, pero con la salvedad de un gran inconveniente: “Me quedé sin entradas, hice las mil y una para comprar por anticipado y no hubo forma”. A lo que el riotercerense acotó: “Nosotros tuvimos que hacernos 120 kilómetros a Córdoba para comprar la entrada”.
A Ranea, quien debió viajar miles de kilómetros, le pareció “de lo más prolijo, impecable y bien señalizado”. “La gente es muy dada, amable y gentil”, finalizó. Por otro lado, Brewer habló del mal estado del camping municipal y resaltó las bondades del camping del CEC.
Amistad y tereré
Bajo la sombra de los árboles y a pleno tereré, las familias Etchegaray, Ghigonetto, Galassi y Quechioni observaban las artesanías de un rastafari que está viajando por todo el país y quien expresó a este medio: “Encontré el paraíso; es una linda ciudad, tranquila y la gente educada”.
Ante sus creaciones se hallaban turistas de Corral de Bustos, Rosario y Buenos Aires, quienes compartieron sus opiniones: “Sabemos venir por algunos trámites a Villa María, pero ahora aprovechamos ese río que tienen que valorar. Aunque nos llegamos al Festival sin poder comprar entradas”, comentaban.
Por su parte, una joven rosarina confesó su idilio con estos pagos: “Si consigo un trabajo, me vengo a vivir a esta ciudad”.
Bajo el puente
Dadas las críticas hacia el camping municipal, nos llegamos por el lugar y observamos una carpa debajo del puente. Allí nos encontramos con el jefe de la familia Zeballos de General San Martín, provincia de Santa Fe, quien nos comentó: “Se largó la tormenta a la madrugada. Se caían algunos gajos, así que pusimos la carpa y los autos momentáneamente debajo del puente”.
En cuanto a su estadía en la ciudad indicó: “Todo es perfecto, pero el camping municipal es un desastre. Los baños y la limpieza desentonan con el resto de la ciudad”, acotó. “Vos salís del puente hacia el Anfiteatro y es otra ciudad; lo más destacable es la gente. Te piden permiso, nadie te empuja”, continuaba. “Vine el año pasado y me enamoré de esta ciudad, es maravillosa. Estoy esperando a mis hermanos y nos vamos de peña”, finalizaba.