Rosa está enferma. Hace cuatro meses recibió el diagnóstico. Padece una enfermedad oncológica y requiere un tratamiento “con rayos”, explica su nuera Karina Mercado y su hijo Juan Sarmiento.
Rosa está enferma y sin los recursos necesarios para hacerle frente a la esperanza.
Pero no está sola. Karina, Juan y otras personas se metieron de lleno a organizar “polladas”, según cuentan, para juntar el dinero necesario.
Tiempo atrás (el mes pasado) hicieron una y el domingo ya está en marcha otra. La esperanza de la familia que reside en barrio San Martín hoy por hoy está puesta en la gente y de su boca surgen palabras de agradecimiento para los que se acercaron a tenderles una mano. Esa mano que por ahora, aseguran, el Estado no les dio.
“El tratamiento que necesita mi suegra tiene un costo de 20 mil pesos. El Centro de Oncología nos cobrará 10 mil pesos, por ahora juntamos la mitad”, señaló Karina Mercado a la periodista de EL DIARIO.
La joven visitó nuestra Redacción con su esposo porque consideró que “es una puerta abierta” para llegar a la solidaridad de la gente.
“Hicimos una pollada que difundimos por EL DIARIO y logramos juntar cinco mil pesos. La gente respondió tan bien, nos donaron muchas cosas, con ese dinero pudimos empezar el tratamiento de mi suegra”.
Con fe y los ojos humedecidos, la chica relató que “hace seis días que van diariamente en moto al Centro (ubicado cerca de la Fábrica Militar de Pólvoras) para que le hagan el tratamiento”.
“Mi suegra está con oxígeno permanente, se lo sacamos para llevarla, tenemos que ir en moto porque no podemos gastar en un remise. Con la ayuda de Dios vamos y volvemos bien”, indicó la vecina.
Seguidamente, destacó que el próximo domingo hacen una nueva pollada. El precio del pollo con pan y ensalada es de $60. Los que deseen colaborar deben acercarse a Gorriti y Entre Ríos, en barrio San Martín, o llamar al teléfono 154223371.
Puertas cerradas
La familia de Rosa le pidió ayuda al municipio. “Nos dijeron que debíamos presentar una serie de papeles. Los conseguí y se los llevé. Me dijeron que cuando llegara Vivó, me iban a llamar. Nunca llamaron”, manifiesta Karina.
La mujer y su marido resaltan que en el ámbito oficial encontraron puertas cerradas.
Si no fuera por la gente. “La gente es muy buena, es muy solidaria, muchos se acercaron para colaborar. Queremos agradecerles a todos los que se llegaron y nos donaron cosas”, indica la pareja.
Ellos no tienen tiempo para esperar los tiempos oficiales, por eso recurren a la comunidad. Una comunidad que siempre está presente cuando la necesitan.