De todos los grupos que aparecieron en San Francisco (Estados Unidos), en el escenario de la música pop a la par del llamado movimiento "hippie", sin dudas Jefferson Airplane fue el primero en firmar un contrato con el archiconocido y poderoso sello discográfico RCA. De este modo, se convirtieron en los adelantados del rock psicodélico californiano, planteando a las discográficas y a los medios de comunicación los dilemas sobre la conveniencia o no de promocionar canciones como “White rabbit" (Conejo blanco) o "Running around the world" (Corriendo alrededor del mundo), en teoría incitadores de los "viajes" por consumo de sustancias nocivas y prohibidas por la ley, ejemplo, LSD. Despegaba una nueva era que se abría ante la generación de las flores y el amor. A nadie extrañó, por lo tanto, que los Jefferson Airplane tuvieran su primer éxito con el clásico "To love somebody" (Alguien a quien amar) que también interpretaron en su momento los Bee Gees (canción compuesta en 1967). De hecho, la cantante del grupo Grace Slick, fue desde el momento en que ingresó a la banda, su fuerza motriz y fuente de inspiración permanente. Mujer culta, de una avasallante personalidad y dueña de una voz poderosa, supo captar y transmitir los sentimientos y las ideas que hicieron de San Francisco la capital de la música pop durante lo que se conoció como el verano del amor, a fines de los 60. Las canciones de los Jefferson conectaban con una amplio espectro social de gente joven traumatizados por la guerra de Vietnam y la represión interna desatada en la amplia geografía de la América del Norte.
“El fugitivo”. La verdadera historia de “El fugitivo” comienza un 4 de julio de 1954 (coincidiendo con el Día de la Independencia norteamericana), cuando en el estado de Ohio, el doctor Sam Sheppard es acusado del crimen de su esposa, Marilyn Reese Sheppard, al momento del ataque, embarazada de cuatro meses. El tema conmocionó a la opinión pública de todo el país, razón por la cual no fue para nada extraño que, nueve años después, la ficción se encargara de reflotar el dramático episodio y reflejarlo a través de una serie que batió récords de televidentes frente a los televisores de todo el mundo. El escritor Quinn Martin, responsable de haber escrito la saga conocida luego en TV como "Los intocables", fue el gestor de la historia para que, posteriormente Roy Huggins (elogiado productor del momento), hiciera todos los preparativos para lanzar esta serie que fue todo un éxito a nivel mundial.
Una constante de la serie era la narración en off de William Conrad, la música estuvo a cargo del conocido jazzista Pete Rugolo y la historia para la televisión se desarrolló en una seguidilla de 120 capítulos. El útimo de ellos, logró 72 puntos de raiting en su país de origen y tuvo una duración de dos horas, por ende mantuvo a gran parte de la nación pendiente del esperado final. Por cierto, el Dr. Kimble (en la ficción interpretado por David Janssen) logró demostrar su inocencia, tras atrapar al hombre manco que finalmente confesó ser el autor material del crimen. Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO