Es abogada y está transitando una de las etapas más hermosas y plenas de su vida: felizmente casada, está embarazada por primera vez.
Gisel Morre tiene 27 años y tiene una pancita de tres meses. No sabe el sexo de su bebé, el que nacerá en invierno.
Hace dos años, contrajo matrimonio con Fernando Brussa y decidieron instalarse en AguaClara.
“Es un barrio hermoso, muy lindo y muy tranquilo, lejos del ruido, del movimiento, de la locura”, remarcó Morre al recibir ayer a EL DIARIO.
“Nos encanta vivir aquí y no nos arrepentimos a pesar del problema que existe”. Así, la entrevistada hizo alusión a un conflicto que mantienen los vecinos con José Salusso, el responsable del emprendimiento ubicado a orillas del Ctalamochita. Como se sabe, los habitantes del sector esperan por la obra de gas y por la escrituración de los inmuebles, algo a lo que no han podido acceder a pesar de las promesas.
La joven nació en Villa María y siempre residió en el centro de la localidad hasta que hace dos años decidió radicarse en Villa Nueva.
“Sigo haciendo todo en Villa María, desde trabajar, hasta votar. Y estudié allí. Pero me gusta el barrio que elegimos para vivir en Villa Nueva”, recalcó.
Valoró el verde del lugar y, especialmente, la tranquilidad.
A diferencia de otros espacios residenciales, en éste parece haber un espíritu comunitario entre los frentistas. Quizás por el inconveniente citado en líneas anteriores, los vecinos se han unido y eso generó un ambiente de camaradería que Morre elogió.
“La gente es muy solidaria. Tengo el número de teléfono de los celulares de casi todos mis vecinos. Suena la alarma de una casa y enseguida nos avisamos. Cuando uno se va de viaje, el del lado no tiene problemas en regarte las plantas o darle de comer al perro”, ilustró.
Según precisó, actualmente hay 24 casas. En la mayoría viven familias. Ella lo hace junto a su pareja.
“Creo que nuestra unión partió de encuentros periódicos porque tenemos metas en común y el objetivo de mejorar el barrio”, enfatizó.
Por ejemplo, están analizando la posibilidad de colocar nomencladores en las diferentes arterias y hacerse cargo de los costos que demandaría tal acción.
“Hay muy buena onda”, sintetizó Morre.
Por ahora, no hay centro vecinal.
En cuanto a lo negativo, se quejó por los servicios.
En este sentido, dijo que hay muchos yuyos en las cunetas y que los frentistas se tienen que hacer cargo. “Las calles que se rompen no se arreglan y la recolección de residuos, que debe hacerse dos veces a la semana, es bastante irregular”, detalló.
No obstante, Gisel indicó que “la mayoría no paga los tributos, pero los que sí pagamos necesitamos del cumplimiento de los servicios”.
Contó que en una oportunidad en la Municipalidad le informaron que de los 105 lotes existentes sólo estarían pagando 30.
Se lo develaron cuando concurrió para reclamar por un foco de luz que no era reparado.
Gisel está casada desde hace dos años con Fernando. “Estamos muy contentos” esperando ser papás por primera vez.
Confió que desean ampliar el hogar.
Ella es abogada y trabaja en el estudio jurídico Elía y Picca, en el microcentro de Villa María.
Se dedica a la rama familiar dentro del derecho.
“Soy muy nueva en esto y estoy aprendiendo. No es fácil porque abogados hay un montón”, confesó a este matutino.
“Me van dando una mano”, recalcó.
Contó que el ejercicio de la abogacía es su vocación. “Lo decidí cuando tenía 5 años. Estaba convencida de qué es lo que quería hacer”, develó.