Patricia Peirone vive en Villa María y decidió exponer lo vivido en relación a la compra de un perro chihuahua en la capital cordobesa para que nadie pase por una situación semejante. Y para que los ciudadanos estén atentos cuando hacen una adquisición de este tipo.
La historia comienza así: ella vive en la ciudad con Consuelo, su hija de 9 años. Cuando llega el verano, la niña viaja a pasar gran parte de la temporada con su padre a San Luis.
Ante la inminencia de su cumpleaños, el próximo 10 de marzo, “decidí darle lo mejor, lo que ella quería”: el deseo de la pequeña era contar con un perrito de esa raza.
“Empecé a averiguar y confirmé que en Villa María no hay disponibles”, explicó ayer a este matutino.
Entonces, recurrió a Internet a la página de “Vivavisos Cba”, donde terminó encontrándose con un lugar donde venden perros “en miniatura”, como se dice.
El 29 de enero se comunicó con la responsable del local cordobés, que tiene dos décadas de trayectoria, e hizo los trámites correspondientes.
El miércoles 30 de enero a la noche llegó el cachorro a la casa de Peirone. Su hija ya lo había visto a través de una foto “y se enamoró al instante”.
Lo bautizaron como Oreo, por su color, “como las galletitas”. “Era un cachorro hermoso, cariñoso, travieso y muy juguetón”, lo definió la mujer.
El lunes 4 de febrero, el perro amaneció decaído. Lo llevó al veterinario (dio el nombre del profesional, a quien agradeció), quien consideró que podía estar estresado por estar en un nuevo ámbito. El miércoles continuó con vómitos y siempre bajo atención médica.
El jueves se detectó, tras diversos análisis, que el perrito tenía parvovirus, siendo internado con suero de manera inmediata.
En tanto, Peirone se comunicó al local donde lo compró y se encontró con que la mujer con la que había realizado el trámite ya no la atendía más, sino que lo hacía su esposo.
El viernes a la mañana se enteró que a la madrugada había fallecido Oreo.
Según resaltó, los veterinarios que vieron al can le indicaron que ya había contraído el virus antes de traerlo desde Córdoba. Mientras, en la capital le decían que “había sido negligencia nuestra porque nos habían entregado un perro en correctas condiciones”.
Peirone viajó hasta el local de barrio Cofico, “fui maltratada” y regresó sin respuestas.
Agradeció a los profesionales locales que la atendieron y llamó a la población a prestar atención para que cuando compren un perro, se cercioren de que esté vacunado.
La ciudadana brindó todos los datos de los involucrados en esta historia. EL DIARIO decidió preservar el local porque un médico villamariense consultado indicó que si bien el parvovirus tiene una incubación de entre cinco y siete días “hay una cepa nueva que es de 48 horas y los mata casi sin presentar síntomas”, lo que podría evidenciar que el cachorro se pudiese haber enfermado en esta ciudad. Lo que sí queda claro es que no estaba vacunado, “cuando a mí me lo vendieron afirmando lo contrario”, aclaró Patricia.