El 25 de setiembre de 2012 quedará grabado a fuego en su alma: ese día, la Justicia condenó a 12 años de prisión a un ex religioso que había abusado contra él nueve veces en 1989, cuando concurría a la escuela.
Hoy Sebastián Cuattromo (36) ayuda y asesora a las familias de víctimas de abuso. Estuvo en Villa María y lo presentó a la prensa Alicia Peressutti, la referente de la ONG local Vínculos en Red.
Fernando Enrique Picciochi era un docente religioso católico que daba clases en el Colegio Marianista, de Caballito, en Buenos Aires. En 1989 abusó tanto de Sebastián (que tenía 13 años) como de uno de sus compañeros. Calló su drama 10 años y cuando habló no se detuvo en el afán de verlo condenado. Lo logró en setiembre de 2012, cuando el ex religioso fue sentenciado por “corrupción de menores agravada, reiterada y calificada”.
Estas son sus declaraciones más importantes de su charla con EL DIARIO:
-“Recién en mi adultez llegué a una instancia de justicia y reparación”.
-“Estamos conformando un grupo de adultos sobrevivientes que fueron abusados. No tenemos recursos y es a pulmón”.
-“A la hora de recurrir a la Justicia, las víctimas y los adultos protectores, especialmente la madre, tienen que enfrentar un nuevo proceso de revictimización, múltiples señales de violencia y de maltrato. La mayoría de los abusos proviene de varones adultos y buena parte de los mismos sucede en el ámbito familiar”.
-“En el Poder Judicial está muy arraigada la mirada patriarcal prejuiciosa y eso causa mucho daño. Desde esa mirada, burdamente se reduce el hecho a ‘un invento de la madre que le llena la cabeza a los hijos’. Está vigente esa circunstancia en múltiples causas”.
-“La impunidad para estos tipos de delitos es muy grande. Acá en Villa María tenemos a un adulto protector, la madre, que junto a su niña afronta cotidianamente el tránsito de búsqueda de justicia y recuperación transformado en una revictimización”.
-“Personalmente, después de una lucha muy grande que llegó a juicio, luego de 23 años, logramos hace tres meses que (quien abusó de él) sea condenado a 12 años de cárcel. Este es un tema bastante invisibilizado y ninguneado”.
-“Lo que ocurre con el padre Grassi es una muestra de impunidad. Es una ostentación de impunidad. Hay muchísimos Grassi más (...). He sido víctima en un colegio privado católico, de varones, que presentaba un sesgo muy fuerte de cultura machista. En Buenos Aires, el 50% de la matrícula es privada, cuya mayoría es confesional católica. Estaban naturalizados montones de malos tratos de abuso de poder. Sufríamos un clima fuertemente represivo, de múltiples malos tratos”.
-“En el colegio estábamos desde la mañana hasta la noche. Los abusos comenzaron en Valle del Punilla en Córdoba, en donde pasábamos una temporada de verano”.
-“¿Qué signos se deben atender que podrían evidenciar un abuso? Saber leer e interpretar conductas sin incurrir en un clima de paranoia. Hay manifestaciones físicas, como trastornos en el sueño, desarreglos en la conducta, manifestaciones de una sexualidad que no se corresponde a la etapa evolutiva”.
-“Es una canallada que los abusadores litiguen contra las víctimas. Es imposible que los niños y niñas mientan”.
-“En mi caso, el abusador estuvo prófugo 10 años. Estaba procesado con prisión preventiva, la eludió y lo localizaron en Estados Unidos”.
-“El Colegio Marianista tuvo que asumir la responsabilidad civil ante las dos víctimas que asumimos la querella. Las otras víctimas no quisieron. Y el colegio intentó comprar nuestro silencio”.
-“Otra canallada es decir que el abuso sexual infantil es difícil de probar. No es cierto”.