En la noche de “la final por la permanencia”, Alumni demostró que tiene la hombría suficiente como para salvarse. Dejó una mejor imagen que Racing, en el propio Estadio Miguel Sancho, donde igualó 1 a 1 y se volvió a Villa María con un punto que da oxígeno, el primer punto que logra el equipo como visitante desde la llegada de Héctor Arzubialde a la conducción técnica.
El resultado no fue beneficioso para los dos equipos que marchan últimos porque se escapó un poco Guaraní Antonio Franco en la tabla, pero para Alumni fue una prueba superada con satisfacción, por aquello de las dos derrotas consecutivas propias y del envión anímico que arrastraba la “Academia”.
Esas cuestiones anímicas fueron imperceptibles desde el arranque porque, a la hora del juego, fue Alumni quien tuvo mejores argumentos que Racing, ya que le ganó el duelo en la mitad de la cancha, con una gran tarea de David Altuna, quien manejó los hilos y los tiempos, detrás de Alejo Gelatini y sustentado en un orden de equipo seguro para tener la pelota.
Quizás Altuna se agrandó ni bien estuvo cerca de marcar a los 3 minutos (no se lo permitió Gerardo Godoy), pero lo cierto es que Racing no pudo neutralizar el juego del centrocampista y se preocupó para encerrar atrás a Walter Cuevas.
De los cuatro hombres del fondo de la “Academia”, los laterales (uno de los cuales fue el villamariense Gastón Molina) no se animaron a subir para acompañar a los volantes, pero éstos tampoco tuvieron el compromiso de jugar a la pelota. ¿Conclusión? Racing abusó del pelotazo en la búsqueda de su mejor jugador, Cristian Rami, quien se fastidió de a poco ante semejante panorama.
Lo de Alumni fue diferente porque, además de la gran actuación de Altuna, tuvo a Santiago Aloi flotando por encima de Gelatini y trató de sumar a sus volantes por afuera con criterio y por sorpresa.
El problema del equipo de Arzubialde fue la falta de contundencia, no saber aprovechar las ocasiones que generó con mayor frecuencia que su rival. Y eso suele ser pecado, sobre todo contra equipos que muestran a ciertos jugadores que desnivelan con luz propia, como es el caso de Racing con Rami. De hecho, a pesar que la “Academia” no hizo nada para ponerse arriba del marcador, el centrodelantero tiró un remate cerca del palo y otro en el travesaño. Fue intimidante.
En el juego aéreo, Alumni tenía que neutralizar también a Rami y luego a Hernán Fernández. Pero en el arranque del complemento, quien lastimó por arriba fue Hernán Pérez, quien conectó un centro de Víctor Cejas, en tiro libre, y puso el 1 a 0 inmerecido para la “Academia”.
Fue en ese instante donde había que medir la personalidad de Alumni. Y Arzubialde contagió con eso cuando metió a la cancha a Matías Espíndola y mandó a presionar más arriba.
El equipo “fortinero” no desentonó en la materia “actitud” y eso lo llevó a empatar el partido, aunque la conquista también fue tras un tiro libre, con remate violento de Aloi y aparición veloz de Federico Silvestre.
De ahí en adelante, Racing quiso reaccionar, pero chocó constantemente con el orden defensivo de Alumni (Silvestre y Berardo se devoraron a Rami y compañía) y con sus propias limitaciones para elaborar ocasiones de gol.
Alumni merodeó también el área y tuvo un patrón de juego más definido, toqueteando por el medio para atacar por las puntas o guiándose por algún arrebato individual del ingresado Espíndola.
Más allá de todo, a los dos equipos les faltó tranquilidad para anotar el gol de la victoria, una imagen lógica por las urgencias y las necesidades expuestas casi desde el inicio del partido.
Alumni terminó mejor porque fue visitante, venía golpeado y, sin embargo, casi siempre se ordenó con inteligencia, fue solidario con y sin pelota y entendió que la final se jugaba con garra. Pasó un examen complicado. Y ahora va por Guaraní.
La figura
David Altuna fue lo más descollante de la noche. Para quitar y para jugar, el mediocampista de Alumni estuvo siempre impecable y fue el amo y señor del centro de la cancha. Además, manejó los tiempos y se movió con criterio por varios sectores de la cancha.
El árbitro
Si bien no influyó en el resultado, el santafesino Adrián Franklin se equivocó bastante en los fallos, sobre todo en infracciones que cobró para un lado y eran para el otro. Amonestó mal a dos jugadores de Alumni (Aloi y Gelatini) y por momentos inclinó la cancha a favor del local.