Angela Forneris llegó al Tránsito Cabanillas cuando no había nada. Por eso, ha sido testigo y motor de esta zona de la ciudad, un sector clásico y tradicional que Forneris siente como suyo, según deja trascender de sus relatos y anécdotas.
Apasionada de la vida, la dama ha tenido gran injerencia en la faz social y pública de una Villa Nueva que adora. Durante 14 años fue maestra de los grados inferiores en el Instituto Inmaculada Concepción. Luego permaneció en la institución educativa como secretaria de la secundaria. Pasó gran parte de su existencia allí: desde 1963 a 1999.
Por otro lado, durante más de 13 años, fue secretaria parroquial ad honorem de la parroquia Nuestra Señora del Rosario. “Actualmente voy sólo una vez a la semana, los viernes”, contó ayer a EL DIARIO.
A la función pública llegó en la primera Intendencia de Guillermo Cavagnero: integró las filas de la bancada oficialista en el Concejo Deliberante. Así, fue concejal durante cuatro años. Finalmente, al asumir el actual mandatario su segundo mandato, recaló en la Secretaría de Cultura, cargo al que renunció al poco tiempo.
“Hice la primaria en esta ciudad y la secundaria en Villa María, porque no había acá en ese entonces, aunque terminé el Nivel Medio en Villa Nueva, integrando la primera promoción de las Hermanas”, describió ayer en alusión a la Inmaculada Concepción, escuela de la que egresó y en la que luego pasaría muchos años de su vida enseñando a los niños y niñas.
Es mamá de tres hijas. Dos de ellas están en Suiza “hace 25 años. Las veo cada un año y medio”. La otra vive en Buenos Aires.
La anécdota que no pudo olvidar
“A mi casa la ubiqué allá por el año 1969, cuando se realizó un censo. Estaba desocupada y tenía un cartel que indicaba que se vendía. El señor Iriarte era el encargado de venderla. Me dijo que ya tenía un comprador, pero que si a la mañana del día siguiente no le respondía, me la vendía a mí, esa tarde”, narró.
Esa tarde, efectivamente, se la vendió a Angela. “Fue un contrato de palabra. Ese hombre que quería comprarla no había llegado esa mañana porque había tenido una dificultad para venir desde el campo”, continuó su relato.
“El señor que me la vendió perdió el negocio de recibir todo el dinero junto, porque el interesado se la iba a pagar de contado. En cambio nosotros lo hicimos en cuotas. Sin embargo, cumplió su palabra, cuando podría habérsela vendido igual. Yo lo iba a entender, fue cuestión de horas”, describió.
Forneris llegaba así a su hogar tras un episodio que la marcaría. “Siempre lo cuento porque me llegó mucho. Fue fiel a su palabra”.
Lleva cuatro décadas en este barrio y habita sobre la calle Buenos Aires.
Piensa que el objetivo de todos debe ser el preocuparse cotidianamente para que el sector esté lindo. Y en este aspecto, es categórica: “No hace falta mucho dinero para reacondicionar el barrio, para que tenga presencia. Es cuestión de creatividad”.
“Hay que pensar en detalles que hacen a la vida del barrio”, sostuvo.
“Angelita”, como la llaman, muestra compromiso a la hora de hablar de la vida comunitaria. “Ahora el municipio ha colocado canastos y está la barredora, que barre con cierta frecuencia. Sin dudas que el sector ha crecido a través de la pavimentación. Lo que provocó la calle Mitre es impresionante. Ha dado una trascendencia, una presencia e imagen mucho más linda”, enumeró.
El asfaltado llevó a que “muchos arreglen sus veredas. Quienes lograron tener calles pavimentadas, se preocuparon por hermosear” sus aceras.
“Todos tenemos que cuidar la zona. Si la recolección de residuos se produce los lunes, entonces no saquemos la basura los días viernes, porque ensuciamos y los perros rompen las bolsas”, advirtió.
Por eso, ella sostiene que “todos éstos son detalles que dependen de la actitud del vecino”.
“El barrio ha avanzado una barbaridad”, pero como contrapartida “hemos perdido seguridad”.
“Recuerdo que nos sentábamos en el patio con los vecinos a conversar y dejábamos las puertas de calle sin llave. Ahora ya no podemos hacer eso. A mí me han robado dos veces, siendo que vivo al lado del Corralón”, resaltó.
“Perdimos seguridad, un signo de esta época. Hay que estar prevenido”, recalcó la señora.
Angela Forneris estuvo en la función pública en los últimos tiempos. Este suplemento no acostumbra a entrevistar a funcionarios sino a ciudadanos comunes, pero en este caso su injerencia en la vida comunitaria y el ser parte del barrio desde sus orígenes significaron motivos que superaban ese corto lapso en la gestión.