Escribe: Iván Wielikosielek
Como en un fabuloso campo sin contaminación ni depredadores lingüísticos, el idioma de don Enrique Cardozo está poblado de modismos en vías de extinción; verdaderas especies autóctonas tan queridas y difíciles de encontrar como el yaguareté o el jabalí. Y sin embargo, esas especies fueron y son de aquí; aunque la falta de uso en las ciudades les ha permitido hasta hacerlas parecer expresiones foráneas. ¡Cruel ironía de la mutación de los idiomas!
En la lengua materna de don Enrique, las espuelas se llaman “rodajas”, los muertos son “difuntos”, el pueblo de origen es “el pago” y el domicilio actual es “la querencia”. Y en la geografía de su planisferio interior no brillan lujosas ciudades soñadas como Venecia, Praga o Estambul; sino que apenas parpadean las “poblaciones” que alguna vez recorrió a caballo. Carrilobo, Ticino y Luján; Las Junturas, Colazo y Oliva; Pampayasta, San Antonio de Areco y Sauce Viejo. Esas son las “metrópolis” que a él más le importan.
Acaso podría decirse que el país en donde vive don Enrique coincide con el territorio actual pero a la vez no lo toca. Del mismo modo que una sombra pertenece a un hombre pero siempre camina despegada de él. Porque en la Argentina de don Enrique, todavía hay ranchos, materas y fogones que no se apagan; cuentos de la luz mala que estremecen, ecos del malón y leyendas de lejanas cautivas que enamoran con la evanescente fascinación de lo imposible. Porque en la Argentina de don Enrique, el libro de cabecera sigue siendo el “Martín Fierro”, el grupo más “power” son Los Cuatro de Córdoba, el París-Dakar es el “rally de sulkies” y el poeta de la canción no es Serrat sino Orlando Vera Cruz. Y uno se pregunta si será el país de don Enrique el que está desfasado como una sombra o si, por el contrario, la sombra sea este país actual y urbano el que es una ilusión, ése que se despegó de aquel otro sin acordarse de los orígenes.
De profesión “decidor”
- Enrique Cardozo: ¿domador, poeta, recitador?
- “Domador sí, poeta y recitador, no. En todo caso soy un ‘decidor’. O sea que cuento vivencias mías en público o en el fogón, y no tengo pretensiones universitarias. Pero de tanto contarlas, ahora las escribo. Y después que las escribo, me las acuerdo de memoria para no errarles. ¿Querés que te cuente una?”
Le digo que encantado. Y entonces don Enrique, con mucho sentimiento y voz semejante a la de Alfredo Zitarrosa, me “dice” una de sus historias; la de “Don Zárate el linyera”. Se trata de un hombre que supo trabajar en el campo de su padre y no volvió sino cuando ya era anciano, para reencontrarse de manera azarosa y conmovedora con un hijo que alguna vez tuvo. Y no sé si don Enrique sabrá que, en el fondo, está volviendo a contar “La Odisea” de Homero; es decir, el viaje al pago del guerrero, la tan humana vuelta a casa. Pero no se lo digo para que no piense que lo trato de universitario; aunque como todos los trovadores orales, don Enrique pertenece por linaje, al país de la epopeya.
- Sin embargo no sólo de cuentos a orillas del fogón vive el hombre de campo…
- “No, claro que no. Yo he hecho todos los trabajos de campo que te imaginés; querido. Pero lo único a lo que me decido todavía es a amansar caballos, el oficio que se conoce como domador y que es la gran herencia que me dejó mi abuelo.”
- ¿Es lo mismo domar que jinetear?
- “Es todo lo contrario, muchacho. Jinetear un caballo es cosa de un segundo; pero domarlo emplea semanas enteras, ‘sacándoles las cosquillas’ al animal, como decía el indio. La mansedumbre quiere decir que al caballo vos lo adoptás y que él acepta esa adopción. La jineteada, en cambio, es muy cruel. Se le clavan las rodajas en el vientre al animal y yo a eso no lo comparto. Domar un caballo es hacerte un nuevo amigo.”
- ¿Y las carreras?
- “Me gusta ver al caballo corriendo liso. Pero en las carreras se le ponen tantas pichicatas, que al animal lo revientan. Es una crueldad. Más que todo cuando uno se ha criado entre caballos y conoce lo noble que es el animal. A través del caballo se aprende mucho; y cuando se es chico, se dejan muchas cosas feas de lado, como la droga. El caballo ayuda mucho y es una terapia.”
- ¿Cuándo amansó por primera vez?
- “Tenía diez años. Yo me escapaba de la escuela y me metía en los corrales de mi abuelo y agarraba un chúcaro, lo acariciaba y me le subía. Un día, mi abuelo vio venir de lejos un caballo y le dijo a otro: ‘mirá como lo viene jineteando bien el pibe’… Cuando vio que era yo, casi me mata porque estaba en hora de clase…”
- ¿Y cuándo relató por primera vez una domada?
- “A los 14 años. Voy para los 62 así que sacá la cuenta.”
- ¿Es difícil?
- “Muchos piensan que sí, pero está el conocimiento que vos tengas en el palé. Tenés que ver cómo se encuentra parado el capataz del carro para que al jinete le suelten el caballo, y ahí comienza todo. El jinete arrima las rodajas y lo levanta al caballo. El animal lo que quiere es sacarse el hombre de encima, y entonces se lo cadenea en la boca. El tropillero lo maltrata para que el caballo cuando está en el palenque, lo único que quiera hacer es destrozar al que está arriba. Lo del accidente en Jesús María pasó porque no estaba el visto bueno de la largada. Fue una tristeza…”
- Usted tiene una vieja historia uniendo poblaciones a caballo también…
- “Sí. Fue en el año 85. Yo era nuevo en Villa María y para cumplir una promesa que mi abuela le hizo a mi padre, uní cabalgando Villa María y Luján, pasando por mi pago que es Pozo del Molle. Le puse unos 45 días ida y vuelta recorriendo los centros tradicionales más importantes del país y pasando por San Antonio de Areco. Pero la vuelta fue más rápida, porque el caballo rinde más cuando viene para su querencia. Fuimos con don María Chirino que ahora está cumpliendo 86 años, y con Claudio Almada, que por ese entonces tenía 14.”
Costumbres argentinas
- ¿Qué ha pasado con las costumbres de campo? ¿Se están perdiendo?
- “La verdad es que se nos ha invadido mucho culturalmente hablando. Y si bien es importante que los chicos conozcan lo que pasa afuera, es más importante que conozcan nuestra cultura. A esto lo dice muy bien Orlando Vera Cruz en su canción ‘Pilchas gauchas’. A él lo conocí en Sauce Viejo y es un defensor de todo esto. Yo sueño con ver a la juventud en bombachas de campo y no en pantalón de jean, pero sé que es una utopía.”
- Hablando de folcloristas, usted conoció a muchos. Incluso tiene una anécdota con Cafrune…
- “A don Jorge lo ayudé a cambiar las gomas del auto. Yo venía de buscar la leche de los tambos chicos por mi pago. Y cuando subo en Laguna de Trinchera, estaba don Jorge con un Dodge nuevo y dos gomas pinchadas. Entonces me presenté y lo socorrí; lo enganché al carro y lo llevé al pueblo. Llegué tarde a entregar la leche y mi patrón me pegó una retada bárbara. Y yo le dije: ‘Pero patrón… ¡Era Jorge Cafrune!’ A la noche me lo encontré en el boliche de Altina, que era un bar para folcloristas, y me agradeció mucho.
- Cosquín, Jesús María, Villa María… ¿qué puede decir de los mayores festivales del país?
- “Que Jesús María y Cosquín se volvieron muy comerciales. Vos ponés plata y te subís en el escenario mayor así seas medio pelo. Cuando fue a cantar Atahualpa Yupanqui casi como una despedida, Jesús María no lo escuchó. Ahí me di cuenta que están más para hacer plata que para escuchar. En cuanto a nuestro Festival de Peñas, yo creo que acá primero se hace política y después se defiende lo nuestro. Y ‘Juan Pueblo’ no tiene que pagar ninguna consecuencia. Que se hagan entradas accesibles y que no se cierren las peñas chicas en las noches del Festival. Hay muchas familias que no llegan a la entrada pero vive las peñas chicas con devoción. Y si las sacan, se pierden los valores de acá.”
- Pero para eso está el programa de radio suyo…
- “Claro, para difundir folclore y para detectar los nuevos cantantes también. Por suerte me ayuda Yael. Ella se dedica a reportear a los nuevos grupos y le pone mucho amor al programa.”
- ¿Algunos de esos nuevos grupos lo ha impresionado?
- “En Villa María hay un muy buen grupo que son ‘Las voces del río’, lástima que ponen mucha batería y eso les tapa la muy buena voz que tienen. También hay muchos chicos jóvenes, como el nieto de Eduardo Bruno que en marzo va a estar en el festival de la costanera.
- ¿Cuál festival?
- “El que estamos armando con la Municipalidad de Villa Nueva. Es para darle vida al Parque y no perder la tradición.”
Y don Enrique me pasa la grilla. El domingo 10 de marzo desde las 10 de la mañana, habrá destrezas criollas y rally de sulkies a nivel provincial en el Parque. La entrada será libre y gratuita y lo recaudado por el bufé será a beneficio del Hospital de Villa Nueva.
- La pregunta es inevitable, don Enrique, ¿qué significa Villa Nueva para un gaucho como usted?
- “Yo estoy radicado en Villa María pero me voy a hacer ciudadano villanovense, por cómo se defiende la tradición, por cómo ama las costumbres camperas esa ciudad que ahora es mi ciudad.”
“Entre mate y mate”
El programa se emite los sábados de 6 a 8 de la mañana y los domingos de 7 a 9 por FM Show 106.5. Con 6 años ininterrumpidos, “Entre mate y mate” cuenta, además de la conducción de don Enrique, con la voz de Yael Méndez Yunes, periodista mendocina responsable del micro cultural del canal “Mirate”.
“En el programa buscamos nuevos valores a través de castings que se hacen en las distintas localidades, asistimos a eventos y escuchamos los CD que nos traen”, comenta Yael. “Pero también hacemos un segmento clásico en donde hablamos de la historia de cada cantor. Enrique está en la parte de recitado y costumbres camperas y yo en la historia de los conjuntos. A veces hay música en vivo o entrevistados”, señala.
“Cuando Enrique me invitó para hacer el programa con él, le pregunté quién nos iba a escuchar un sábado y un domingo a la madrugada. Pero me equivoqué. Nos llama muchísima gente no sólo de Villa María sino de Ticino, Pampayasta, Pasco; muchos de los que a esa hora están haciendo el tambo. Todos piden canciones: Los 4 de Córdoba, Jorge Rojas, Los Chalchaleros… Eso quiere decir que tenemos un público de todas las generaciones, y eso es lo mejor que le puede pasar a nuestra propuesta radial”, concluye la periodista.