En su juego, Alumni evidenciaba que venía en alza. Por eso anoche, en un partido que necesitaba ganar por la importancia de la pelea por la supervivencia en el Argentino A, pudo sobreponerse de viejos fantasmas y ganó con autoridad.
Fue 2 a 1 sobre Guaraní Antonio Franco de Misiones, en Plaza Ocampo, donde la gente reconoció el esfuerzo fortinero con palmas bien arriba y se ilusionó porque la victoria no sólo acortó distancias con los equipos de arriba, sino también permitió salir del fondo de la tabla, por lo menos hasta que hoy juegue Racing, como visitante de San Martín de Tucumán.
El sacrificio y la mentalidad fueron fundamentales para el gran triunfo de anoche para este Alumni que, con la mano del director Héctor Arzubialde y el buen momento que atraviesan algunos intérpretes, sabe a lo que juega. Encima, anoche reapareció Carlos Herrera con su traje de goleador para establecer una diferencia que el equipo merecía y que tardó en confirmar.
Guaraní, con buenos jugadores de tres cuartos de cancha en adelante, estuvo a punto de aguarle la fiesta al local por tener un jugador muy desequilibrante como Ramiro Pereyra, pero también porque el propio Alumni suele cometer algunos pecados que cuestan borrar.
Es que otra vez, como sucedió contra Racing el pasado miércoles, el equipo villamariense padeció un gol en el arranque del complemento, entonces tuvo que salir a remar, aún sabiendo que había marcado claras diferencias en el primer período.
En realidad, la primera etapa fue toda del local, que tuvo pulcritud en la salida desde el fondo (a pesar de la constante presión de los atacantes rivales), precisión en la mitad de la cancha y voracidad en ofensiva. Por eso hubo varias situaciones de gol sobre el arco defendido por Federico Cosentino, a quien por momentos lo salvaron los palos o la propia impericia en la definición fortinera.
Guaraní quiso jugar de igual a igual, con Ramiro Pereyra puesto en el círculo central para convertirse en lanzador. Sin embargo, Alumni no prestó mucho la pelota porque Alejo Gelatini siguió como en los últimos partidos, impecable en la distribución, siendo el cerebro en el armado del juego, mientras Santiago Aloi resultó más desequilibrante y Walter Cuevas más incisivo.
Fueron estos dos últimos quienes armaron la jugada del primer gol, a los 27 minutos, con escapada del delantero y definición de primera del volante villamariense. No obstante, pudo haber marcado antes Alumni, pero el poste le dijo que no a Cuevas y Cosentino también hizo lo suyo.
El caso es que Alumni fue netamente superior en ese período porque, a los jugadores mencionados, se les sumó Herrera con su presencia intimidante en el área y porque también Ezequiel Reina supo desprenderse por la derecha. Y Guaraní ni siquiera pudo contener a los centrales (Berardo y Silvestre) en las jugadas con pelota detenida.
La diferencia estuvo además en la inteligencia que tuvo la formación de Arzubialde para utilizar todo el ancho de la cancha e imponer el ritmo de juego.
Sorprendido
El problema de Alumni fue esa distracción que suele tener en todos los partidos, una situación que tipos como Ramiro Pereyra saben usufructuar.
El santiagueño, ex Talleres, apareció en cuenta gotas durante el primer tiempo, pero en el arranque del complemento aprovechó ese lapsus de desorientación del rival y armó una jugada personal que terminó con el gol del empate.
A partir de allí, el DT visitante, José María Bianco, metió mano en el equipo: Sacó a un delantero (el irresoluto Pablo Ostrowski) para poner a un central (Mariano Medrano); mandó al zaguero Leandro Fernández como doble volante en la zona media y puso a Pereyra más adelante.
Alumni, más allá de la sapiencia de Gelatini, no volvió a tener la claridad del primer tiempo y Guaraní se lo complicó con el “doble cinco”. Además, los pelotazos hacia Herrera caían sobre la humanidad del ingresado Medrano, de buena estatura.
De esta manera, el equipo misionero le emparejó el partido al local y hasta generó algunas situaciones que parecieron devolver los fantasmas a la “Placita”, por aquello de no saber ganarlo a tiempo y de sufrirlo después.
Con presión de sus delanteros sobre la salida y anticipo de sus defensores a los atacantes rivales, Guaraní pugnaba para llevar agua para su molino. Sin embargo, Herrera buscaba revancha porque había tenido una chance tras pase de Cuevas y la perdió ante el arquero.
Una más le tenía que quedar a “Falucho”. Y fue a los 37’ cuando, desde la puerta del área, envió un remate tremendo, pegado al palo.
El 2 a 1 puso las cosas en su lugar. Arzubialde rearmó la estructura defensiva con el ingreso de Amarilla y Guaraní quedó lejos de volver a empatarlo.
Al final, el triunfo resultó un parto, pero fue merecido. Alumni ganó con grandes pasajes, un Gelatini brillante, un Herrera despierto y un público que empieza a salir con otro semblante de la “Placita”.