Cuando finalizó sus estudios secundarios en la ciudad de Neuquén, Leonardo ya tenía una vocación definida. Buscó alternativas en todo el país que le permitieran acceder al título de ingeniero en Tecnología en Alimentos. Fue así que, con veinte años, llegó a Villa María. “Tenía más edad porque la especialidad en el Nivel Medio que hice tenía esa duración”, aclaró.
Sin conocer siquiera la ciudad, Leonardo ya tenía muy en claro su objetivo. “Lo que me decidió fue que esta carrera otorgaba titulación intermedia”, explicó.
Luego de finalizar el cursado en la UNVM y, con algunas materias pendientes, regresó a su provincia y ciudad natal, donde inmediatamente fue contratado como encargado de control de calidad y como supervisor de empresas alimenticias. “La oportunidad fue muy buena, pero a su vez también demoró mi Trabajo Final de Grado”, contó. La demanda de servicios profesionales en el rubro también le abrieron las puertas para ejercer como asesor en control de calidad en frigoríficos de carne y vincularse con el Senasa, actividades que mantiene hasta el momento.
“Toda la demanda de tiempo que me llevaba el trabajo era muchísima, sin embargo tenía claro que quería recibirme. Por eso, trabajaba todo el día y estudiaba de noche, venía y rendía materias”, comentó Daguanno acerca de cómo manejaba sus tiempos para poder alcanzar su meta.
En 2011, presentó su tesis, cuyo eje investigativo fue la producción de jugo de manzana para exportación y, esta semana, regresó a Villa María a buscar su diploma.
La entrega la realizó la vicerrectora a cargo del Rectorado, contadora Cecilia Conci, quien destacó el ejemplo del ingeniero, valorando su esfuerzo, empeño y dedicación.
Hay que señalar que Leonardo, no sólo estudió y se recibió en Villa María, sino que aquí conoció a su actual esposa.
“Estoy muy feliz por lo conseguido”, expresó antes de finalizar la entrevista. Sin dudas, el objetivo principal fue cumplido y superado, con creces.