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26 de Febrero de 2013
Cartas - Opiniones - Debates
Tránsito y libertad individual
El debate sobre la prohibición o limitación de circular con rollers, skate o similares está abierto. Una reflexión sobre diversos elementos a la hora de practicar el tránsito en la ciudad
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En la ciudad se practican distintas modalidades sobre skate

 

El trán­si­to ur­ba­no tie­ne al­gu­nas exi­gen­cias que afec­tan la li­ber­tad in­di­vi­dual. En es­te sen­ti­do y vi­vien­do en una co­mu­ni­dad don­de hay tan­tas li­ber­ta­des exis­ten­tes co­mo ciu­da­da­nos ha­bi­tan en ella, ca­be la pre­gun­ta por la li­ber­tad de la que dis­po­ne ca­da uno a la ho­ra de cir­cu­lar en el es­pa­cio pú­bli­co de nues­tra co­mu­ni­dad. No só­lo eso, si­no tam­bién el “mo­do en có­mo” nos mo­ve­mos en di­cho es­pa­cio re­sul­ta con­ve­nien­te tra­tar aquí.
Así, te­ne­mos en prin­ci­pio, dos cues­tio­nes im­por­tan­tes a tra­tar -se­gu­ra­men­te no son las úni­cas- en­tre otras que de­ri­van de la pro­ble­má­ti­ca. Pe­ro ad­ver­ti­mos que hay un ter­cer ele­men­to que sur­ge co­mo im­por­tan­te ya que pa­re­cie­ra que la nor­ma no bas­ta. Vis­lum­bra­mos co­mo ne­ce­sa­rio una cier­ta so­li­da­ri­dad pa­ra que la “bue­na con­duc­ta vial” sea una rea­li­dad en la co­mu­ni­dad.
En­ton­ces, “li­ber­tad”, “mo­do de cir­cu­lar” y “so­li­da­ri­dad” son tres ele­men­tos im­por­tan­tes a la ho­ra de pen­sar y prac­ti­car el trán­si­to. Vea­mos al­gu­nas con­di­cio­nes que ca­da uno de ellos exi­ge.
1- La li­ber­tad in­di­vi­dual es de­fen­di­da por to­dos y en ello acom­pa­ña­mos a esa de­fen­sa; pe­ro tam­bién es im­por­tan­te de­fi­nir los al­can­ces de esa li­ber­tad cuan­do la ac­ción li­bre in­di­vi­dual afec­ta a otros o afec­ta el es­pa­cio so­bre el que otros tam­bién tie­nen el de­re­cho de ocu­par en las mis­mas u otras con­di­cio­nes que su pro­pia li­ber­tad exi­ge y que por ser di­fe­ren­tes exi­gen­cias, pro­du­cen la ten­sión en­tre lo que unos y otros quie­ren, fun­da­dos en esa mis­ma li­ber­tad in­di­vi­dual.
Es un te­ma com­ple­jo que con­lle­va im­plí­ci­to la ne­ce­si­dad de nor­mas que es­ta­blez­can equi­li­brios en­tre las li­ber­ta­des in­di­vi­dua­les, mu­chas ve­ces opues­tas y con­tra­dic­to­rias, y los bie­nes que se de­ter­mi­nen co­mo vá­li­dos y bus­ca­dos por la co­mu­ni­dad.
Por aho­ra su­pon­dre­mos que el “buen trán­si­to” es un bien va­lo­ra­do por to­dos. No nos de­ten­dre­mos a ana­li­zar lo que ello sea en to­da su di­men­sión pe­ro só­lo di­re­mos que ese “buen trán­si­to” es aquel que per­mi­te pre­vi­si­bi­li­dad de ac­ción en la vía pú­bli­ca, es de­cir, que ca­da uno se­pa lo que el otro ha­rá, con la su­fi­cien­te an­te­la­ción co­mo pa­ra que su­ce­da de ma­ne­ra or­de­na­da y evi­te ac­ci­den­tes. En otras pa­la­bras, di­re­mos que siem­pre es­pe­ra­mos que to­do su­ce­da con cier­ta ra­cio­na­li­dad. Es­to su­po­ne di­rec­ta­men­te que no po­de­mos rea­li­zar ac­cio­nes des­pro­vis­tas de ra­cio­na­li­dad, or­den y a des­tiem­po, por­que eso lle­va im­pli­ca­do el de­sor­den y la im­pre­vi­si­bi­li­dad, si­tua­cio­nes que ge­ne­ran mu­chas pér­di­das de vi­das y le­sio­nes per­ma­nen­tes.
2- Or­den y ra­cio­na­li­dad nos ha­ce pen­sar en el se­gun­do ele­men­to del buen trán­si­to. El “mo­do de cir­cu­lar” tie­ne que ver jus­ta­men­te con la ma­ne­ra en que esa li­ber­tad in­di­vi­dual es pues­ta en ac­to en la vía pú­bli­ca. Se­gu­ra­men­te aquí de­biéra­mos pen­sar la cues­tión en tér­mi­nos téc­ni­co-nor­ma­ti­vos: ve­lo­ci­dad, res­pe­to del sen­ti­do de cir­cu­la­ción, cru­ce del pea­tón por la sen­da pea­to­nal, res­pe­to del au­to­mo­vi­lis­ta ha­cia el pea­tón, lu­ces ro­jas, ver­des y ama­ri­llas, ti­pos de ve­hí­cu­los, es­ta­cio­na­mien­to en do­ble fi­la, ho­ra­rios de car­ga y des­car­ga, ob­ten­ción de li­cen­cia, etcétera,  etcétera. Pe­ro nos in­te­re­sa más ana­li­zar có­mo esas cues­tio­nes téc­ni­cas y nor­ma­ti­vas su­cum­ben an­te el ejer­ci­cio des­me­di­do de la li­ber­tad in­di­vi­dual, ejer­ci­cio que no tie­ne en cuen­ta, des­co­no­ce y no le im­por­ta la ac­ción o de­re­chos in­di­vi­dua­les de los de­más y por tan­to el bien va­lo­ra­do co­mo “co­mún”. Nos ha­ce pen­sar en ac­cio­nes más de ti­po anar­co-egoís­tas que ac­cio­nes que con­tem­plen a los otros co­mo par­te del me­dio so­cial en que nos mo­ve­mos, me­dio el cual siem­pre es el cul­pa­ble de las des­gra­cias, pe­ro nun­ca la im­pro­pia ac­ción in­di­vi­dual.
3- Lo úl­ti­mo nos de­po­si­ta en el ter­cer te­ma. El anar­co-egoís­mo es lo opues­to a la so­li­da­ri­dad y qui­zás es­to cons­ti­tu­ya la cues­tión de fon­do. La nor­ma san­cio­na­da, por sí so­la, no ha­ce al “buen trán­si­to” si­no que in­ten­ta es­ta­ble­cer es­ta cier­ta ra­cio­na­li­dad en el “mo­do de cir­cu­lar” y evi­ta el ex­ce­so de li­ber­tad in­di­vi­dual en el es­pa­cio pú­bli­co co­mún.
Pe­ro ¿de qué ma­ne­ra la nor­ma pue­de ser pues­ta a dis­po­si­ción de lo co­mún, es de­cir, ac­tua­da, cum­pli­da por los usua­rios de la vía pú­bli­ca? To­mar con­cien­cia de la vi­da-con-otros pue­de ser el ini­cio de es­te ejer­ci­cio y pues­ta en prác­ti­ca de la nor­ma. Te­ner en cuen­ta a los de­más, cons­ti­tu­ye al­gún ti­po de so­li­da­ri­dad a par­tir de la con­si­de­ra­ción de que no es po­si­ble ha­cer lo que se quie­ra, co­mo se nos ocu­rra en el mo­men­to que me­jor nos pa­rez­ca y que ello su­ce­da sin con­se­cuen­cias pa­ra el res­to y si es­to se re­fie­re al trán­si­to pue­de sig­ni­fi­car ni más ni me­nos que el ini­cio de la so­lu­ción a nues­tros pro­ble­mas. El trán­si­to hoy es un pro­ble­ma de to­dos y por ello su re­so­lu­ción es co­mu­ni­ta­ria. ¡¡Trans­for­me­mos el trán­si­to en un bien y no en un pro­ble­ma!!
 
Ra­fael Sa­chet­to
Pro­fe­sor de Fi­lo­so­fía
Con­ce­jal de la Ciu­dad

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