“Así rezaba un cartel sostenido por un fiel que estaba recibiendo el 28 de febrero en Castelgandolfo al que fuera Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, hoy ya Papa emérito.
Esta última expresión quiere decir que la persona se retiró de un cargo y disfruta de alguna gratificación por sus buenos servicios.
Los días transcurridos entre la muerte de Juan Pablo II y la elección de Benedicto XVI son las jornadas en las que el colegio descubre la verdadera personalidad del cardenal alemán. Uno de los más ancianos, el cardenal Ersilio Tonini, privado por su edad de la condición electoral, confesó a la RAI en el programa ‘Porta a porta’´ su sorpresa por la capacidad de Ratzinger de dirigir los debates, su inteligencia, su ironía y su sentido del humor. Yo descubrí un nuevo Ratzinger que para mí, estaba oculto´.
Un ictus (apoplejía, derrame) sufrido hace unos años había sido el primer aviso de una salud frágil que preocupaba a su hermano George hasta el punto de recomendarle que no recayese sobre sus hombros el peso del pontificado.
Por tres veces en los últimos años había pedido al Papa Juan Pablo II permiso para retirarse a Regensburg y dedicarse al estudio y a la vida universitaria. Otros, como Martini, consiguieron ese retiro. A Ratzinger le fue negado por tres veces.
El cónclave ha enviado al mundo la señal de la fumata blanca, fue a las seis menos diez de la tarde del martes 19 de abril de 2005. El cardenal Ratzinger eligió ser llamado Benedicto XVI, gobernó la Iglesia Católica por ocho años.
Ayer leí algo que dice así: ‘Poco tiene que ver este Ratzinger con el que fue elegido Papa. Este parece haber dicho y hecho en dos semanas lo que no hizo en ocho años’ ´.
Oscar Nicola