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3 de Marzo de 2013
Transitando los caminos de la historia - Nota Nº 326
El relato reivindicador del horror
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Argentino del Valle Larrabure

 

Escribe: Jesús Chirino

En 1987 la situación con los militares del país no era muy cómoda aunque estuviéramos bajo un gobierno democrático. La mayoría de los hombres de uniformes no se hacían a la idea de que habían cambiado las cosas y la democracia, recuperada por el pueblo argentino, no dejaría en el olvido la tenebrosa época de la dictadura desaparecedora de personas. Aunque por amplia mayoría de votos, en 1983, la sociedad había elegido el camino que conducía al juzgamiento de las atrocidades de la dictadura cívico militar, los uniformados aún tenían resabios de poder.
Eso les permitió realizar varias asonadas que amenazaban la democracia, demandando el cese de los juicios. También los discursos castrenses, y de algunos civiles, daban cuenta de esa posición. Repasamos aquí cómo en 1987 se utilizaba sucesos de 1974 para estructurar un discurso reivindicador de la “lucha” de las Fuerzas Armadas que en realidad cometieron delitos de lesa humanidad.

 
El uso de figuras
 
En primer término debemos señalar que todas las muertes de seres humanos, y el dolor producido por las mismas, en el marco de las disputas políticas del pasado, no pueden sino ser reconocidas y conocida la verdad acerca de las mismas. Pero esto no debe llevar a confundir las tipificaciones legales de los hechos. En el campo del derecho internacional la doctrina ha dejado bastante claro que no pueden ser equiparados los atropellos del Estado con las acciones de aquellos individuos u organizaciones que no tenían el monopolio de la fuerza. Por ello los abusos cometidos desde el Estado son considerados delitos de lesa humanidad. Incluso debiera recordarse que desde el Estado democrático supo disponerse tanto el juicio a los militares a la vez que a los líderes de las organizaciones guerrilleras. Pero fue el propio Estado, Poder Judicial mediante, que  consideró prescriptas las causas iniciadas contra organizaciones guerrilleras.  
De todas maneras, desde algunos sectores reaccionarios, se ha insistido en confundir y como estrategia suele utilizarse la evocación de los muertos en lucha con la guerrilla para reivindicar, de manera explícita o velada, la última dictadura cívico militar. Una de las figuras a la que suelen apelar estos sectores es la de Arturo Larrabure, tomado prisionero por el ERP en oportunidad en que copó la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos de Villa María, en agosto de 1974. Tiempo después este militar fue encontrado muerto y desde el Ejército, y sectores afines, se habló de asesinato y desde el ERP de suicidio. De todas maneras las investigaciones del escritor Carlos del Frade han puesto luz sobre el caso dejando en evidencia cómo desde el principio el poder militar manipuló los hechos para construir la historia del asesinato.
Ya en el juicio a las Juntas, Emilio Eduardo Massera, expuso el caso Larrabure como muestra de lo que eran capaces los que él denominaba terroristas. Según plantea Germán Ferrari en su libro “Símbolos y Fantasmas” la figura de Larrabure en algún momento fue tomada por quienes reivindicaban la última dictadura, en remplazo a la del general Pedro Eugenio Aramburu, pues éste “estaba atado a un pasado cargado de contenido político -el bombardeo a Plaza de Mayo de 1955, el golpe contra Juan Domingo Perón, los fusilamientos del año siguiente, su protagonismo público posterior- en cambio, Larrabure estaba limpio de esos conflictos”.
Si bien estas operaciones sobre los discursos, y los hechos que referencian los mismos, se iniciaron hace décadas aún no han cesado. Como dato podríamos recordar que la actual presidenta de la Nación, a tan sólo diez días de haber asumido en 2007, en un acto en el Colegio Militar de la Nación, vio interrumpido su discurso cuando una mujer grito “¡Larrabure!”. Todos entendieron que se trataba de una posición frente al avance de los juicios a los militares.
 
En la ciudad
 
Villa María, escenario donde fue tomado prisionero Larrabure, no ha estado al margen de estos posicionamientos. Así el 11 de agosto de 1987, en EL DIARIO, se anunciaba “recordarán el ataque a la Fábrica Militar” mediante un acto a desarrollarse en las instalaciones del establecimiento fabril. En este medio de prensa se escribió que “en la ocasión, se rendirá un homenaje a los caídos en la acción terrorista del año 1974 y también se recordará al coronel post mórtem Argentino del Valle Larrabure”. A la par de la información se daba cuenta de un comunicado elevado por el Estado Mayor del  Ejército en el cual se sostenía que Larrabure “fue secuestrado permaneciendo en cautiverio durante más de un año, hasta que finalmente los terroristas, luego de torturarlo y al no obtener su colaboración, lo asesinaron”.  Estaba previsto que ese documento fuera leído en todas las unidades que el Ejército contaba en el territorio nacional. También en el edificio Libertador, de la ciudad de Buenos Aires, poco antes de las 8 de la mañana se desarrollaría un encuentro presidido por el general de Brigada Miguel Wenceslao Abbate, subjefe del Estado Mayor. 
En Villa María la conmemoración adquirió a una relevancia inusitada. Desde la Fábrica Militar acercaron a los medios de prensa un escrito en el cual se recordó que el 11 de agosto 1974 “un grupo de delincuentes terroristas logró penetrar en la Fábrica Militar de Pólvora y Explosivos”,  la operación “fue realizada con una detallada coordinación: para ello, y previo al ataque, los delincuentes ocuparon un motel, próximo al establecimiento militar que les sirvió como base de operaciones”.
El día posterior al acto, en el mismo medio gráfico se publicó lo que se dijo en el acto de la Fábrica Militar. La nota se tituló: “El Ejército aguarda su legítima y pronta reivindicación histórica”, en tanto que la bajada aclaraba “Mensaje de Caridi en el acto por Larrabure”. El Estado Mayor había escrito que “El Ejército sigue preservando hoy, en la vigilia de las armas que le confía la República, los mismos valores por los que combatiera y venciera ayer a la subversión”.
Esta ceremonia castrense en Villa María estuvo presidida por el subdirector general de Fabricaciones Militares, general de Brigada Raúl Mattiuzzi, en representación del jefe del Estado Mayor General del Ejército. También asistieron  “altas autoridades militares de distintos establecimientos del país y una importante cantidad de formaciones que tuvieron a su cargo el acto culminante de la ceremonia con un desfile y que llegaron a Villa María de diversos puntos de la República”. Fueron de la partida “jefes policiales, autoridades políticas y eclesiásticas, representantes de escuelas del medio y el doctor Antonio María Hernández en representación del Gobierno provincial”.
La prensa señaló que se “rindió homenaje a los caídos en la acción del 11 de agosto de 1974, en la que un cabo primero de la Policía fue ultimado a balazos y otros cuatro agentes y un soldado conscripto resultaron heridos”. Por otra parte el mensaje que se leyó del general Caridi, jefe del Ejército, decía que la institución que dirige “aguarda con serenidad su legítima y pronta reivindicación histórica, con la que se plasmará la definitiva y fraternal reconciliación de los argentinos”. Luego agregaba “hoy, al cabo de 13 años de aquellas horas trágicas, la subversión busca por la agresión psicológica, la injuria cobarde, la mentira sistemática, la imputación soez y la confrontación dialéctica, alcanzar los objetivos que no tuvo el coraje de conseguir en el combate franco”. Otras palabras de Caridi que resonaron en la Fábrica Militar decían que el Ejército Argentino, “unido a las restantes Fuerzas Armadas y a la gran comunidad nacional, hermanados con sus compatriotas civiles a la sombra de la misma bandera, sigue preservando hoy los mismos valores por los que combatiera y venciera ayer”. El escrito cerraba señalando que “el legado de servicio y dignidad que nos dejara el teniente coronel Larrabure y tantos otros camaradas caídos, no será olvidado y cimentará el orgullo y la voluntad de nuestra fuerza de vivir en paz y libertad”.
A casi 30 años de la recuperación de la democracia, con gran conocimiento social de las atrocidades que cometieron las Fuerzas Armadas y los sectores cómplices, no quede espacio para otra cosa que no sea la verdad y la justicia.


 

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