Pedido de ayuda
Señor Accastello: me dirijo a usted porque necesito que me ayude, ya que hace cinco años, mas o menos, que me anoté para las casas Eva Perón, pero no me dieron noticias. Hoy ando buscando un techo para mis hijos, no puedo alquilar nada. Hace días que me separé y estoy en una casa alquilada y mi ex ya habló con el dueño que nos íbamos para este fin de mes. Es mucho lo que tengo que decir, yo soy discapacitada auditiva y no cobro pensión todavía. Trabajo dos días nomás, aparte soy revendedora y no me alcanza con eso para alquilar una casa o departamento. Una amiga me ofreció ir a vivir con ella, pero yo no quiero por miedo a quedarme en la calle. Necesito estar sola con mis hijos, en un hogar, si alguien tiene, que me preste hasta que usted intendente me dé una casa, se lo voy agradecer. Yo no soy de meterme en casas abandonadas, por miedo a que me saquen. Por favor, es un pedido que le hago. Tengo 28 años y tres hijos menores de 8, 7 y 4 años.
Le dejo el número de la casa de mi abuela por cualquier información. Es el 4549703. Desde ya, muchas gracias.
M. Laura Suárez
DNI: 31.062.578
Agradecimiento
El pasado 24 de febrero sufrimos la pérdida de Antonio Ismael Oliva, nuestro más imprevisible, energético y alocado miembro de la familia.
En diferentes etapas de estos últimos tres años en que enfrentamos este difícil desafío, siempre estuvimos preguntándonos cómo conseguir la fuerza necesaria para sobrepasar los momentos difíciles que llegarían en un futuro y muy pronto, nos quedó claro que no estábamos limitados a enfrentar los altibajos únicamente con los miembros de la familia, sino que sobrellevaríamos todo con el apoyo de un gran equipo; equipo que con el tiempo se formó entre nosotros.
Los amigos, que son las personas que nos muestran el rumbo y recorren con nosotros una parte del camino muchas veces plagado de espinas, a ellos que con esfuerzo nos ayudaron muchas veces a recaudar dinero para que no se derrumbara nuestra economía y Antonio recibiera toda la medicación necesaria, a ellos que lloraron, nos abrazaron, se desvelaron, a esos amigos que hace muchos años que están en nuestras vidas, gracias.
A los empleados de Ospecon, doctores, equipo de terapia intensiva, recepcionistas, enfermeras/os, personal de limpieza de la Clínica de Especialidades de Villa María y el servicio de Hemoterapia y Banco Privado de Sangre, o más bien, personas que estuvieron apoyando efusivamente, más allá de lo que su trabajo exigía.
Gracias a las recepcionistas que en nuestras idas y venidas, de estos tres años receptaron todo tipo de trámites con respecto a la salud de Antonio y nuestros rostros empezaron a ser reconocidos apenas nos abrían la puerta en nuestros cambios de horarios en esos 25 días de internación que lo cuidamos y aprendimos de las enfermeras, algo de su ardua tarea, ellas que seguramente nadie les paga para hacer sonreír, lograron que Antonio sonriera con sus bromas, cansados de los cambios rotativos con pocas horas para dormir y aún así no pierden la calidad humana nunca. Esto no tiene precio.
Al personal de limpieza, que nos brindó la seguridad de estar y tener un ambiente confortable y seguro para todos los que estuvimos en la habitación 16.
A los cirujanos y asistentes quirúrgicos que operaron en un día atípico, no previsto.
Al equipo de Terapia Intensiva, que hizo todo a su alcance porque sabemos que solicitaron medicaciones a la mutual y la lista fue larga, y eso deja tranquila a cualquier familia.
A los médicos que ante un parte médico fueron claros, precisos y pacientes cuando no entendíamos.
Al servicio de Hemoterapia y Banco Privado de Sangre, por su eficiencia en el momento crítico de su operación.
A los empleados de Ospecon, que calmaron la ansiedad propia de la desesperación, fue gratificante cómo aceleraron todos los trámites.
Y especialmente, queremos agradecer al doctor Carlos García, porque su seguimiento fue impecable, es la clase de persona que te deja mustio. Es íntegro, profesional, humano, solidario, fiel a su palabra, de un manejo de ética profesional increíble, la clase de médico que cualquier clínica u hospital quisiera tener y cuando una persona hace cosas buenas por los demás, debe ser ejemplo, por cada vez que contempló nuestra situación económica y nos cobró menos y a veces no nos cobró, pensamos que no alcanza ni siquiera el dinero del mundo entero para pagarle. Gracias por las veces que salió de su consultorio y vino a visitar a Antonio a su domicilio, por recibir llamadas de teléfono en días y horas no previstos. Hizo todo a su alcance y más, sinceramente gracias.
Y allí en todo ese proceso un equipo, este gran equipo, fue el que renovaría nuestra energía día a día, porque en esa forma cálida de escuchar nuestra historia y resolver todos los inconvenientes surgidos hasta último momento surgió la fuerza que necesitábamos.
Hoy Antonio, conocido entre sus seres queridos como "el Katrica", descansa en paz, luchó durante tres años, con la fortaleza del karateca y el boxeador que supo ser, en estos tiempos en que nos preguntamos sobre la humildad y la dignidad humana, no podemos dejar de agradecer una vez más. Gracias
Firman las hijas de
Antonio: Eliana, Débora y Viviana y su esposa Graciela Reinoso