Carmen y Ana Bosio trabajan junto a Sofía Bertorello (hija de Ana, sobrina de Carmen) en la peluquería familiar.
Tratan a diario con mujeres y tienen una regla de oro: no divulgar lo que allí se cuenta. “No nos gusta criticar ni que aquí se critique. Nosotros escuchamos, hablamos, en fin, nos divertimos”, cuentan.
“La gente que viene es muy agradable, la verdad, es que da gusto venir a trabajar”, dice una de las peluqueras mientras atiende a Mercedes Castro, una clienta de hace 25 años.
Entre todas, nos ponemos hablar de la situación de la mujer.
“Yo creo que hoy nos ganamos un espacio importante en la sociedad, es decir, puertas afuera de la casa. La mujer sale más, le gusta verse linda. Viaja, se reúne con amigas”, dice Carmen.
Todas son conscientes de que el ganar ese espacio requiere de mucho esfuerzo. “La verdad es que por más que en la casa te ayuden, la responsabilidad de todo el grupo familiar cae sobre nosotras”, advierten.
Ana lo ve en su propia familia. “Mi marido ayuda, pero uno de mis hijos varones es más reticente”. El cree que porque trabaja afuera, tiene que llegar a la casa y que lo atiendan. En cambio nosotras, salimos de la peluquería, vamos a hacer las compras y llegamos para elaborar la comida”, acota Ana.
Sofía -con sus 22 años es la más joven del grupo- considera que es inconcebible no trabajar. “El hombre gana con eso, pero también se ve herido en su orgullo porque eso de pagar a medias la cena o las salidas afecta el machismo de muchos. Pero se van acostumbrando”, bromea. Y está claro, al menos en ese ámbito, que la especie conocida como “mantenida” está en extinción. ¿Deberá salvarla Greenpeace?
Pero con ese inconformismo característico, las mujeres van por más. Saben que no es sólo trabajar y atender a la familia. Al menos las chicas de clase media buscan espacios donde poder disfrutar. “Han crecido las actividades personales, no sólo las salidas, sino también el gimnasio, las reuniones”, apunta Mercedes, quien es administrativa en un instituto educativo.
Las paredes de esa peluquería, como de tantas otras, son testigos de los sueños de féminas de todas las edades. “El tema de los hijos es el que más se trata. Es lo más importante”, indicaron.
Alicia Bruno, otra de las clientas, interviene en este tramo de la charla para decir que uno de los aspectos más positivos de la independencia económica es que “podemos seguir necesitando un hombre, no para sostener el hogar, sino como compañero, como pareja”.
Entiende que todavía hay que avanzar para ocupar lugares que son exclusivamente masculinos. “La mujer puede. Es cierto que es agotador, pero indudablemente que es gratificante”.
La conclusión de la charla es que vale la pena ser mujer, que la sobrecarga de tareas se puede asumir con alegría -pero sin dejar de reclamar el compromiso de todos- y quetanto esfuerzo merece que se cumpla el deseo de las cinco que compartieron la charla. “Estaría bueno que mañana -por hoy- se acuerden de que es el Día de la Mujer con un bombón, un beso o unas flores, con lo que sea, queremos que nos homenajeen”, concluyeron.