La coordinadora del Programa de Fortalecimiento de la Administración Pública Municipal de la Universidad Nacional de Villa María (Profam), Daniela Lucarelli, brindó cifras sobre la marcha de la iniciativa en la Municipalidad de Villa Nueva, exhibió documentación y afirmó que “no hay irregularidades” en la implementación del mismo. Fue en una entrevista que concedió ayer, frente a cuatro miembros del equipo, en el altillo de la sede municipal donde trabajan.
La contadora, ex funcionaria de la gestión pública villamariense, defendió la nueva estructura tributaria y dijo que las tasas previstas para 2013 se ajustan, de pleno, a los criterios de equidad y solidaridad. Otro de los puntos abordados fue el dinero que cobra el Profam por esta tarea.
“Por cuestiones operativas -porque la Universidad es un órgano grande y tiene cuestiones burocráticas- se decidió por resolución unánime del Consejo Superior transferir el Profam a la Fundación de la Universidad. Está claro que la Fundación puede hacer este tipo de convenios (lee los puntos del Estatuto que habilitan estos acuerdos). Y debía ejecutarse con un equipo de especialistas. Hay que recordar que surge cuando fui docente en Economía y Finanzas Públicas del Diplomado en Gestión, en el marco del cual recibí en las cuatro sedes en que se dictó, por parte de funcionarios, demandas importantes. Nos decían que les abríamos la cabeza para ver otra forma de administrar, pero nos recalcaban que no contaban con equipos técnicos en los municipios”, indicó.
“El Profam es una de las tantas acciones que se hacen desde la UNVM y desde otras instituciones, porque concebir a la universidad sólo desde lo académico es una concepción chata, que incluso no respeta siquiera la Ley Federal de Educación.
Este equipo requiere de una experiencia y una trayectoria en la administración pública y procuramos integrarlo esencialmente con docentes de la Universidad, de hecho, todos los que integran la materia de Administración Pública son miembros del Programa. Egresados también se formaron e ingresaron al grupo. Alumnos del último año de la carrera de Contador y Licenciatura en Administración se formaron y entrenaron. Pero también hizo falta incorporar a gente especializada, que ya tuviera experiencia, porque el equipo no era suficiente para cumplir con los amplios objetivos”, precisó.
- ¿Por qué aparece su consultora recibiendo dinero?
- La Fundación necesita por cuestiones legales, para disponer pagos, tener una estructura hacia quien dirige esos pagos. Yo soy consultora desde antes del Profam y eso se sabía cuando ocupaba cargos públicos, he sido consultora nacional e internacional para organismos de crédito. Como la fundación es un órgano de retención frente a la AFIP, porque se exige legalmente, se le pidió al equipo inscribirnos en cuestiones fiscales para podernos efectuar los pagos.
- ¿Qué contemplan esos pagos?
- Son los pagos de los honorarios del grupo y también sirven para afrontar los gastos del desarrollo del proyecto: alojamiento, comida, traslado, incluso aquí mismo en Villa Nueva, porque no puedo pedirles que tengan auto a los chicos que vienen. El Programa tiene la característica de cuantitativo sólo en uno de los tres pilares que abarca, los otros son cualitativos: no genera recursos abrir un programa de contabilidad, sino gastos; no genera recursos hacer presupuesto por programas, sino costos; el único pilar cuantitativo es el de la administración tributaria. El porcentaje del 25% sobre el incremento en la recaudación sobre los ítems en los que se trabaja se destina a fondear el Profam, que cede un 10% a la fundación universitaria para sus proyectos, como reencauzar su Comedor Universitario, que es subsidiado, como impulsar actividades deportivas, como otros proyectos.
- Entonces, ¿con el otro 90% qué sucede?
- Se solventan los gastos de desarrollar un Profam y lo que queda es distribuido entre el equipo. El 90% es absolutamente necesario.
Lucarelli hace un alto, busca papeles y muestra cifras. Exhibe que 5,5 millones es lo facturado en Marcos Juárez en 24 meses de proyecto (“se pagan 18 meses, pero se trabaja 24, porque desde que desembarcamos hasta que se generan los recursos pasan casi seis meses, un esfuerzo que lo bancamos entre todos los profesionales y lo digo literalmente: lo bancamos hasta generar los recursos”). Son 229 mil pesos mensuales, de los cuales el 90% queda para el programa en sí y el 10% para los otros proyectos de la fundación.
“Como la fundación es agente de retención y nosotros debemos tributar y estar matriculados, se descuenta la parte fiscal. Se paga 21% de IVA, más 4% de Ingresos Brutos, más 2% de retención de Impuestos a las Ganancias. A estos valores los tengo que netear del 90%. Quedan entonces 162 mil pesos, con los que hay que hacer frente a gastos operativos, de insumos, papelería, seguro de vehículos, seguro de personas, viáticos, software que adquirimos, telefonía, Internet y todo lo que representa un trabajo de esta naturaleza”, describió. Señaló, entonces, que el promedio de honorarios orilla los siete mil pesos, “algunos se llevan mucho más porque es personal calificado y otros menos”.
- ¿Cuánto cobra un alumno?
- Cobra 2.500 pesos, más la beca de 600 pesos.
- ¿Es imprescindible entonces que aparezca la consultora en este programa?
- Tenía que aparecer la figura del equipo inscripto en AFIP, si no, no podíamos percibir honorarios. No hay consultora ni estudio. Hay un equipo profesional. Consultora soy yo y algunos miembros de mi equipo que son consultores, que los convoqué con la anuencia del rector Martín Gill en su momento, porque tienen la experiencia suficiente para desarollar modelos financieros y fiscales que en un municipio no saben qué es. De lo contrario, eludiríamos el pago de tributos, lo que sería una antinomia absoluta con nuestra misión aquí. Para que se pudiera hacer el pago, contratarnos y pagarnos, debemos estar inscriptos en AFIP, no podemos eludir esa obligación, no es una verdulería en la que si no te dan el ticket, no importa. No es discrecional, la Universidad es un ente público y los convenios son con entes públicos, nada puede hacerse sin transparencia. No son cifras siderales las que hay en juego y me da pena que se eche un manto de sospecha.
- ¿Niega que se haya utilizado a la Fundación como pantalla para beneficiar a su equipo, como sugieren algunos?
- Estoy acostumbrada a trabajar en la función pública, lo hice casi 12 años, no me voy a asustar, no me voy a extrañar. Sé cómo es este juego, la Universidad trató de mantenerse al margen en el contexto de bombardeo político, pero no permitiré que se tergiversen las cosas. Que yo siga siendo consultora y desarrolle mi actividad profesional privada es incuestionable. Vivo de mi trabajo y mis labores se consultan con mi familia, en la que hay una niña de 4 años. ¿Qué me van a cuestionar, que trabaje? Siempre lo hice.
- El CPCE había sostenido que existía competencia desleal.
- No lo es. Quieren concursarlo, ningún problema. No identifico acá a un privado dedicado a esto, no tengo ningún problema a concursarlo, pero que se tenga en cuenta que no es sólo aumentar la recaudación y llevarse su parte, hay que hacerlo todo, completito.
Bienvenidos si hay más equipos de profesionales. No hay nada que ocultar, esto es a lo que me dediqué, cuando empecé con estudio contable me di cuenta de que no era lo mío y me dediqué a la consultoría. Además, la universidad realiza numerosas acciones con otras instituciones en muchos ámbitos: articula con lo privado para la producción audiovisual, para la realización de series, brinda servicios de auditoría, tiene la ventanilla para el emprendedor. El Profam parece que es la única mala palabra.
(Mañana la segunda parte)
Diego Bengoa