El viernes 7 de diciembre fue otra de las tórridas jornadas que tuvo el final del año pasado. Consumir helados al final de tan agobiante día era una elección lógica.
Sin embargo, las sospechas por la compra surgieron casi tres meses después.
Es que el pasado 28 de febrero, la titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Verónica Vivó, recién presentó el comprobante por la compra de cinco helados (cuatro en versiones de cucuruchos o palitos y un pote de 250 gramos del producto alimenticio) que habrían sido consumidos por niños que residen en el Hogar “La Marietita” que brinda en un edificio de barrio Rivadavia contención a infantes judicializados que han sido retirados de su hogar por abuso, violencia y/o negligencia extrema.
En total, se abonaron 30 pesos por todo lo adquirido, 10 minutos antes de las 11 de aquella calurosa noche.
En el Tribunal de Cuentas, los encargados de controlar que el gasto cumpla con todas las condiciones establecidas en las normas de uso del erario público, llamó la atención la situación y comenzaron a indagar sobre este tema.
En búsqueda de respuestas, los impulsores de la pesquisa esbozaron un pedido de informes que remitieron a las autoridades de la dependencia pública,
El números de niños contenidos en “La Marietita”, el criterio para la compra de cinco variedades del producto, las causas de la demora para entregar el comprobante y la forma en que se entregaron los helados a sus destinatarios (es decir, cómo se trasladaron hasta la heladería ubicada en la costanera), integraron la consulta.
Respuestas sorpresivas
Cumpliendo con el pedido, la encargada del Hogar, Mariela Pajón, explicó que en la actualidad sólo viven dos niños, de 9 y 11 años.
A través de un escrito, rubricado por Pajón y Vivó, se precisó que pidieron cinco variedades de helados porque “al ser mayores (los niños), pueden solicitar lo que les gusta dentro del presupuesto que manejamos como ‘Gustos de los niños’”.
“Seguramente por tratarse de una noche de mucho calor quisieron comer otro helado, un poquito más grande y llevar un cuarto kilo, para tomar el día sábado, domingo o cuando pusieran (sic) en el Hogar”, se destaca en el escrito al que tuvo acceso este medio.
Respecto a la demora, manifestaron que simplemente “se traspapeló y quedó fuera de la caja chica de enero de 2013”, puntualizaron.
Al referirse a las condiciones de los traslados de los jóvenes contenidos, las funcionarias concluyeron que “generalmente, los niños en el verano y, especialmente los fines de semana o los días viernes que hace mucho calor, después de cenar van a caminar por la costanera, acompañados por personal del Hogar, con todas las medidas de seguridad y con la autorización correspondiente”.