El marco que tuvo la ceremonia de inicio del Pontificado de Francisco, ayer, en la Plaza San Pedro del Vaticano, fue realmente imponente. Y la organización no dejó un sólo detalle librado al azar.
Las únicas salidas de los libretos concebidos por la Santa Sede romana fueron protagonizados por el mismo Papa, con lo cual queda salvada cualquier crítica que se pueda hacer al protocolo y la diplomacia católica.
Hubo sí, algunas presencias “incómodas”, pero contra ello nada se puede hacer (ver recuadro aparte).
Los procedimientos litúrgico y los “de agenda” convivieron sin que se notara ninguna falta de ensamble.
Millones de personas en todo el mundo siguieron minuto a minuto los primeros pasos de Francisco, ya Papa.