El argentino Jorge Bergoglio buscó imprimirle su sello personal también a la ceremonia formal de inicio del papado, en la que se le colocaron los símbolos del Pontificado: el palio y el anillo del Pescador, fabricado en plata dorada y no en oro como era tradición hasta ahora en el Vaticano.
Antes de la misa, el Papa recorrió durante 20 minutos la Plaza San Pedro, colmada de gente, a bordo de un Jeep blanco descubierto, saludando en varias oportunidades a niños y especialmente a una persona discapacitada que se encontraba junto a su familia y que encontró a su paso.
La celebración comenzó en el interior de la Basílica, donde Francisco oró ante la tumba de San Pedro, el primer Papa, y luego -junto a los integrantes del Colegio Cardenalicio- se trasladó al exterior, donde comenzó la misa, que duró menos de dos horas por haber sido acortada en algunos tramos, y en cuyo transcurso ofreció las definiciones detalladas (en la tapa de este suplemento, página 25).
Sobre la explanada del templo, a la izquierda, estaban ubicadas las delegaciones oficiales de nada menos que 132 países; encontrándose en primera fila la comitiva argentina encabezada por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner junto a miembros del poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial del país.
El largo apretón de manos
Tras la misa, otra vez en el interior de la Basílica, el Papa -de pie y todo vestido de blanco- saludó a los presidentes y delegaciones presentes, con apretones de mano e intercambiando comentarios con muchos de ellos.
Entre los mandatarios presentes estuvieron Dilma Rouseff (Brasil), Sebastián Piñera (Chile), Rafael Correa(Ecuador), Enrique Peña Nieto (México); así como también la argentina Máxima Zorreguieta, futura reina de Holanda; el príncipe heredero de España, Felipe, y la canciller alemana, Angela Merkel, entre muchos otros.
Participaron también de la misa líderes religiosos judíos, musulmanes y de otras confesiones, entre quienes se destacó la presencia del patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, en un acontecimiento que ocurre por primera vez en mil años.
Benedicto no fue
El Papa emérito Benedicto XVI prefirió guardar respetuosa distancia y seguir ayer por televisión la ceremonia de inicio del Pontificado de Francisco, desde la residencia de Castelgandolfo donde vive desde que renunció el pasado 28 de febrero. El alemán dejó así todo el protagonismo al argentino.
En su homilía, el Papa Francisco le dedicó unas palabras a su "venerado" predecesor, al saludarlo por la fiesta de San José que se celebra ayer en la iglesia.
"Estamos cerca de él en la plegaria, llena de afecto y de reconocimiento", dijo el Papa argentino sobre Joseph Ratzinger, y remarcó como una "coincidencia muy rica en significado" que fuera "el onomástico del venerado predecesor".
El Papa emérito -que permanece "oculto al mundo", como el mismo lo definió- reside actualmente en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo, a unos 30 kilómetros de Roma, desde que dejó de ser Papa.
s Se encuentran el sábado
En tanto, el próximo sábado 23 el Papa Francisco visitará al Pontífice emérito en Castengandolfo, a donde se trasladará en helicóptero, y compartirán juntos un almuerzo.
Siendo arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio había calificado la renuncia de Benedicto XVI como un gesto "revolucionario" y ya en el Vaticano, frente a los cardenales, había dicho que su dimisión fue un "gesto de coraje y humildad".