La satisfacción de las necesidades humanas, el medio ambiente, el desarrollo socioeconómico y la reducción de la pobreza son fuertemente dependientes del agua.
Una buena gestión del agua es especialmente difícil debido a algunas de sus características únicas: se distribuye de forma desigual en el tiempo y en el espacio, el ciclo hidrológico es muy complejo y sus perturbaciones tienen efectos múltiples.
La urbanización acelerada, la contaminación y el cambio climático amenazan el recurso, mientras que la demanda de agua está aumentando con el fin de satisfacer las necesidades de una población mundial en crecimiento, actualmente en más de 7.082 millones de personas, para la producción de alimentos, la energía, la industria y el uso doméstico.
El agua es un bien común y su gestión debe tener en cuenta una amplia variedad de intereses en conflicto. Esto proporciona oportunidades para la cooperación entre los usuarios.
En la designación de 2013 como Año Internacional de Cooperación para el Agua, la Asamblea General de Naciones Unidas reconoce que la cooperación es esencial para lograr un equilibrio entre las necesidades y prioridades diferentes y compartir este valioso recurso de manera equitativa, utilizando el agua como un instrumento de paz.
Promover la cooperación del agua implica un enfoque interdisciplinario trayendo los factores culturales, educativos y científicos, así como las dimensiones religiosas, éticas, sociales, políticas, legales, institucionales y económicas.
Con la participación de todos
Según la Unesco, el éxito del Año Internacional de Cooperación Internacional para la Esfera del Agua depende de la participación de todos. Un compromiso general, tanto individual como colectivo, es necesario para la difusión del conocimiento y la conciencia sobre el valor de la cooperación del agua a escala local, nacional e internacional.
Por eso, a lo largo del año, la campaña relativa al agua estará marcada por una serie de eventos, acciones e iniciativas para dar a conocer las potencialidades y desafíos de la cooperación. También se facilitará el diálogo entre los actores y se promoverán soluciones innovadoras para fomentar la cooperación hídrica. Uno de los puntos más importantes de la campaña será hoy, con celebraciones y eventos que tendrán lugar en todo el mundo.
El objetivo del año es el de dar a conocer el potencial que implicaría un aumento de la cooperación, así como difundir los desafíos que enfrenta la gestión del agua debido al aumento de la demanda de acceso, la asignación y los servicios de los recursos hídricos.
El agua, recurso vital para los seres humanos, es un bien único. Es también un recurso que no conoce fronteras y al menos 148 países poseen como mínimo una cuenca transfronteriza.
Según la Unesco, la cooperación en la esfera del agua es crucial para la seguridad, la lucha contra la pobreza, la justicia social y la igualdad de género.
Además, la cooperación en la esfera del agua crea beneficios económicos, es fundamental para la preservación de los recursos hídricos, protege el medio ambiente y construye la paz. En un contexto marcado por la creciente presión sobre los recursos de agua dulce, nutrida por la necesidad de alimentos, la rápida urbanización y el cambio climático, la meta de este año es atraer la atención hacia los beneficios de la cooperación en la gestión del agua.
La celebración, coincide con el 20° aniversario de la proclamación del Día Mundial del Agua.
Algunas proyecciones poco alentadoras
En los próximos 40 años, la población mundial aumentará en dos o tres mil millones de personas. Este fenómeno vendrá acompañado de una evolución de los hábitos alimentarios que se traducirá en un incremento del 70% en la demanda de alimentos de aquí al año 2050.
Más de la mitad de la población es urbana. En ocasiones, las zonas urbanas, donde el acceso al agua y a las instalaciones sanitarias es mejor que en las zonas rurales, tendrán problemas para hacer frente a este aumento demográfico (OMS/Unicef, 2010).
La demanda de alimentos aumentará en 50% de aquí al año 2030 (70% para 2050), en tanto que las necesidades de energía hidroeléctrica y otras energías renovables aumentarán el 60% (WWAP, 2009). Ambas problemáticas están relacionadas: la creciente producción agrícola hará que aumente el consumo de agua y de energía, lo que provocará una demanda de agua mayor.
La disponibilidad de agua va a disminuir en numerosas regiones y, sin embargo, el consumo mundial de agua para fines agrícolas aumentará un 19% de aquí al año 2050. Sin progresos tecnológicos o intervención política, la demanda aumentará más todavía.
El riego y la producción de alimentos son las actividades que más agua precisan. La agricultura consume casi el 70% del agua, una cantidad que en las economías emergentes alcanza el 90%.
El consumo creciente de productos cárnicos es desde hace 30 años lo que más impacto tiene en el consumo de agua, un fenómeno que se prolongará durante toda la primera mitad del Siglo XXI, según la FAO. Son necesarios 3.500 litros de agua para producir un kilo de arroz, en tanto que para producir un kilo de carne de vacuno se precisan 15.000 litros de agua. (Hoekstra y Chapagain, 2008).
Casi el 66% de la superficie de Africa es árida o semiárida. De los 800 millones de habitantes del Africa subsahariana, casi 300 millones disponen de escasos recursos hídricos, es decir, menos de 1.000 metros cúbicos por habitante (NEPAD, 2006).