Cecilia Platinetti y María Bergese atendieron a EL DIARIO en el negocio que comparten suegra y nuera. La presencia de este matutino las llevó a exponer los sinsabores que padecen en un barrio que quieren mucho pero que tiene a los vecinos a maltraer cada vez que llueve.
"Cuando se produjo esa fuerte tormenta de febrero, fue la primera vez que se nos inundó. Y con la última (la del 1 de marzo) casi nos pasa lo mismo. Cuando se inició el barrio no se inundaba nunca", señaló una de las entrevistadas, que lleva 15 años residiendo aquí.
Contaron que desde noviembre, el municipio les viene prometiendo que concluirá con la obra de cordón cuneta, sin suerte. Y que el desagüe sigue sin terminarse.
"Hemos hecho muchos reclamos pero no tenemos respuestas acordes", reflejaron. Y advirtieron que reciben agua de lluvia de cuatro barrios, todos cercanos al CEC: el Costa de Oro, el Prado Español, Miraflores y AguaClara.
Luego, señalaron las peripecias que deben atravesar los frentistas para resguardar muebles, artefactos y las instalaciones de sus hogares cuando el cielo se cubre. "Ya nos prevenimos ante una tormenta y la gente ha colocado bolsas de arena", para frenar el avance del agua.
María exhibió la marca en la pared que dejó la última inundación dentro del local: cinco centímetros que se notan con claridad. Sí aclaró que "Bomberos está presente cuando nos pasa esto; ha trabajado en la misma noche de la tormenta y el municipio también está, aunque al día siguiente, pero aparecen".
Marta Brancato es otra de las residentes de este sector. Hace poco abrió su pollería "Pollito Pío", aunque vive en el CEC desde hace 16 años.
"Con el correr del tiempo ha empeorado la situación. Y no hay respuestas del intendente", aseguró al recibir a este medio. "Yo quiero que el Gobierno haga algo, necesitamos desagües", solicitó.
Aseveró que desde la realización del cordón cuneta, paradójicamente, la situación empeoró y "el barrio se inunda más que antes, porque bajó mucho el nivel de las calles".
"Con dos o tres bocas de tormenta no alcanza. Es lamentable porque este es un barrio bello, de gente buena y trabajadora", destacó.
Paredes que se arruinan y muebles que sufren la rigurosidad del clima. "En mi casa ha ingresado agua no sólo por la calle sino por el patio y el baño", explicó la señora, que habita sobre la calle Yrigoyen. "Hay que destacar que este es el cauce del río", advirtió. Y se interrogó perpleja por qué "estando a metros del río no podemos sacar el agua". "Si llega a llover 200 milímetros, desaparecemos", dijo con tono de preocupación.
En la esquina de Yrigoyen y 5 de Julio, está una de las viviendas que más problemas sufrió en el temporal de febrero. Con sólo recorrer el sector se puede detectar las irregularidades en el terreno, por las pendientes de las calles, que parecen ir a contramano de un normal escurrimiento.