Sobre un total de 80 preguntas, Carlos Ronco, villamariense y “canario”, contestó correctamente 69; lo que lo ubica en el promedio más alto de los ingresantes a la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), aunque por el orden alfabético, ocupa el segundo lugar en la lista de orden de mérito.
“El viernes 8 de marzo fue el último examen, pero a la nota la tuvimos recién el miércoles siguiente. Yo creía que me había ido bien, pero en realidad, no estaba seguro de poder ingresar”, dijo el joven a EL DIARIO.
Cuando consultó por Internet y se vio en el segundo lugar sobre 3.600 aspirantes a ingresar, no lo podía creer. “Enseguida empezaron a llamar parientes de acá y de España, todos compartieron la alegría”, señaló.
Carlos es de la Promoción 2012 del Instituto Bernardino Rivadavia, donde cursó la especialización en Ciencias Naturales. “Tuvimos una buena base, especialmente en Biología y Química”, resaltó.
En mayo del año pasado tomó la decisión de estudiar Medicina. “Me gustaban muchas carreras. Quería ser trabajador social, filósofo o también ver cómo era Diseño y Producción de Imágenes, pero hicimos unas pasantías en la Clínica de Especialidades y me ayudó a tomar la decisión. Ahora que vi el ambiente, no estoy arrepentido”.
Así fue que consiguió los apuntes de una academia privada que prepara a los ingresantes a Medicina y en julio, durante las vacaciones, empezó a estudiar. “Me di cuenta que no era muy fácil y a través de un amigo de mi papá, conectamos a una profesora particular de Córdoba. Viajaba todos los viernes y los sábados cursaba el ingreso anticipado en la Universidad”, recordó.
Después llegó la Farándula, el viaje de estudios y la fiesta de promoción. “No me pude dedicar mucho en esos días”, bromeó.
Hasta que en diciembre, se radicó en Córdoba para volcarse de lleno al estudio.
El 4 de enero de este año, cumplió sus 18. “Vinieron algunos amigos, pero fue un cumpleaños medio triste, me la pasé estudiando”.
Si bien indica que le gusta Córdoba, dado que tiene muchos amigos que empezaron a estudiar allá, sabe que resiste la presión de la gran ciudad “porque Villa María está cerca”. “Cuando faltaban dos semanas para rendir, me sentía tan mal que me vine y salí acá, con la gente de siempre”, reconoció.
Así fue que tomó fuerzas y llegó el día clave para el examen. Primero, fue Introducción y Biología, las materias teóricas que fueron relativamente sencillas.
El segundo día, Física y Química. “Ahí hubo gente que le fue mal, a pesar de que había estudiado mucho. Es mucha presión y tenés que estar tranquilo a la hora de hacer los ejercicios”, dijo.
Multifacético
Carlos Ronco sonríe siempre. Le gusta hablar del deporte, dado que practicó siempre el vóley en el Rivadavia y el tenis en el Sport Social Club.
Como estudiante secundario, estuvo dentro del promedio. “No me llevé materias y me sacaba siempre entre siete y nueve”, dijo.
Como experiencia multicultural, pudo cursar un año del secundario en una ciudad de Carolina del Norte, Estados Unidos.
Y como deseo para el futuro, si bien no tiene claro qué especialidad hará, sabe que quiere trabajar en la salud pública. Es ahí donde más hace falta.