El sábado pasado, el teatro La Panadería, donde funciona la Escuela Integral de Arte, cumplió 22 años de su fundación.
El 23 de marzo de 1991 se inauguraba en Villa María este espacio cultural. La Escuela Integral de Arte abría sus puertas a la cultura, concretándose así el sueño de su fundadora y directora, Marta Montero de Mansutti, de tener un espacio propio y estable. El teatro fue bautizado por el periodista Juan Montes con ese nombre, dado que en la sede de Salta y José Ingenieros, años atrás, funcionaba una panadería.
Mucho sacrificio, pasión y vocación permitió que el sueño de Marta se hiciera realidad y desde el día de la inauguración, donde estuvo presente la madrina de dicha institución, María Rosa Gallo, se prometió que la llama del horno iba a estar siempre encendida.
En dicha sala se han realizado obras de teatro de elencos locales, provinciales, nacionales e internacionales, obras infantiles para la comunidad educativa, espectáculos de música y muestras permanentes de los alumnos de las diferentes actividades dictadas en dicha institución.
Asimismo, en 2003 se abrió el Profesorado de Artes en Teatro, ya que la materia artística es incorporada en las instituciones educativas. El mismo consiste en una carrera de cuatro años de duración con un título oficial que habilita para dar en el Nivel Inicial, Primario y secundario. A la fecha de hoy ya son 30 los egresados y la mayoría está en actividad.
A la par de la carrera se dictan talleres para diferentes edades, cursos de iniciación a la danza y acrobacias en tela, entre otros. Por otra parte, desde hace nueve años el instituto organiza congresos de teatro con fines pedagógicos y abiertos a la comunidad.
Como novedad, este año iniciará su flamante Profesorado en Danzas, que permitirá a los egresados trabajar en los diferentes niveles de enseñanza o crear grupos de danza en talleres.
Carta por el Día Mundial del Teatro
Corría el año 1961 y en Viena (Austria), por iniciativa del Instituto Internacional del Teatro, organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), decidieron celebrar, festejar, exaltar esa actividad tan humana que nos conmueve, nos ilumina, nos perturba, nos provoca y nos transgrede: el teatro. Ese arte que nos enfrenta con las sombras y el silencio para que emerja la palabra, el movimiento, las luces y la vida.
Como dijo el actor y director John Malkovich, que el teatro “nos ayude a reflejar la cuestión de lo que significa ser humano y que dicho reflejo sea guiado por el corazón, la sinceridad, el candor y la gracia”. Aquellos que hemos decidido abrazar esta profesión, tenemos la responsabilidad de continuar la tradición de nuestros maestros, que nos enseñaron que el teatro es un instrumento para cambiar nuestras vidas, volvernos más sensibles a las necesidades y sufrimiento de nuestra sociedad. Como alguna vez expresara el poeta andaluz: “Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo; como el teatro que no recoge el latido social, el latido histórico, el drama de sus gentes y el color genuino de su paisaje y de su espíritu, con risa o con lágrimas, no tiene derecho a llamarse teatro…”. Es por ello que hoy, 27 de marzo, celebramos una vez más a ese arte nobilísimo y milenario que nos devuelve en cada momento nuestra dignidad de ser humano.
Prof. Sergio Osses
Instituto Integral de Arte