“He confesado a personas que me cuentan que han vuelto a la Iglesia, por el fenómeno del Papa. El hecho de que sea argentino es algo único en la historia. Afuera no somos conocidos. Hay que decir que existíamos en otros país cuando había un golpe de Estado, eso es lamentable.”
Comienza la entrevista con el obispo emérito José Angel Rovai. Esta es su última Pascua en la Iglesia local y lo hace en calidad de coordinador de la Diócesis, mientras aguarda a su sucesor, Samuel Jofré, quien será consagrado obispo en mayo próximo en una ceremonia a la que asistirán veinte monseñores de todo el país y los más altos dirigentes eclesiásticos de la Nación.
Es una Pascua especial -reflexiona- por la renovación que significó el Pontífice Francisco. Y llega hasta bromear: “Entre Messi, Maradona y el Papa, el país está en primera moda”. Confesará que no ha visto la cumbia papal que impuso el programa televisivo “Sin codificar” y que ha sido un batacazo en Internet, pero sí que ha escuchado hablar de esa canción. Este tema lo llevará a referirse a un cura rockero al que el Papa, cuando era el cardenal Jorge Bergoglio, le pidió que le haga una canción a una prostituta.
- ¿Usted ha dialogado en estos años al frente de la Diócesis local con mujeres que ejercen la prostitución ?
-“Un par de veces. Es una vida difícil. El problema es que se da una prostitución juvenil”. Añadirá que el tema es complejo “porque mueve mucho dinero, como la trata de personas.”
Francisco ha pedido que los pastores tengan olor a oveja, que estén cerca del pueblo. Rovai dice que conoce a muchos curas que en Córdoba deambulan por las villas. “El fenómeno de andar por las villas lo hizo Bergoglio. Hay que acercarse más a la gente. Este hombre en Buenos Aires recorría mucho”, remarca.
Reconoce que falta labor pastoral a los sacerdotes de esta Diócesis y confía en que Jofré, al ser joven, “podrá trotar el territorio, que es muy extensa”. “Espero que mueva todo. Es muy pastor. Ha sido alumno mío, es muy trabajador y con una vida muy austera. Hay que trabajar mucho. Su sede debe ser el automóvil, porque tiene que dar muchas vueltas”, dice en relación a lo que le espera a su sucesor.
Rovai lleva 14 años como obispo y está en Villa María desde fines de 2006. Hoy, en su salida, remarca no poder creer lo que ha generado el nuevo Papa.
-¿Cree que la gente que se acerca permanecerá o teme que sea efímero?
-“Hay que ver. Los argentinos nos entusiasmamos siempre, hay que ver. Me asombra el eco en los medios de comunicación.”
“Ahora la ciudadanía se da cuenta de lo que Bergoglio hacía. Es un hombre de perfil muy bajo, no iba a las villas tocando el bombo. Siempre ha sido como se muestra hoy. Lo conozco hace mucho. En Buenos Aires no tenía secretarios, atendía él el teléfono, se lavaba la ropa y se hacía de comer. Y caminaba mucho en la calle.”
Le agrada que Francisco rompa protocolo y se acerque al pueblo, pero “el problema es la seguridad, se expone mucho”, advierte y recuerda el atentado sufrido por Juan Pablo II.
Elogia a monseñor Mario Poli, elegido por Bergoglio para remplazarlo en la Capital. “Es de gran sensibilidad. Me llama la atención lo rápido que se decidió el asunto”. Y calcula que hay una decena -“no más”- en Argentina de obispos con el estilo simple y de llegada al pueblo como Bergoglio.
-¿Qué quiso decir Poli cuando habló de que tendrá relaciones con el Gobierno pero con distancia?
-“Es positivo que haya una buena relación con el Estado pero que cada uno sepa quién es cada uno.”.
-¿Los obispos no tienen que estar cerca del poder político?
-“(Piensa) Tienen que colaborar con el poder político para el bien de la gente.”.
-¿El Estado debe apoyar a los otros cultos?
-“Sí, pienso que sí”.
Describe que la Santa Sede tiene relación con 167 países del mundo y que nunca ha roto vínculo con Cuba. Rememora que retomó, por Juan Pablo II, relaciones diplomáticas con Estados Unidos y México.
En otro fragmento de la larga charla con este matutino, dice que el Papa es amado y odiado. ¿Los obispos también?, se le preguntó. Responde que sí, que él sabe que ha despertado algún rechazo “de algún sector pero no lo he sabido directamente”. Sólo una vez en su período de conducción villamariense vivió un mal momento, cuando dos jóvenes le dijeron algo en la Catedral. “Estaban alcoholizados”, explica.
-¿Por qué se vinculó al Papa a la dictadura militar argentina?
-“Conocí a los dos sacerdotes jesuitas que hay en esta supuesta historia y Bergoglio hizo lo imposible para salvarlos. Y (Graciela Fernández) Meijide y Pérez Esquivel lo despegaron también. Fue una calumnia.”
-¿Por qué el domingo pasado usted no hizo alusión en su homilía al aniversario del inicio de esa dictadura?
-“Estaba entusiasmado con lo del Papa. Hubiese hablado del tema. Yo nunca acepté los golpes. Cuando derrocaron a Isabel (Perón) moría mi papá. Recuerdo que discutimos con mi familia en la mesa y yo fui el único que no estaba de acuerdo con el golpe. Discutí mucho. El peor Gobierno democrático es siempre mejor que el mejor Gobierno militar. Y los militares no han nacido para gobernar. Tienen que cuidar la Patria y punto.”
Hace hincapié en las bondades del sistema democrático “aún pese a ser inmaduro actualmente”, define al peronismo como “un movimiento que hizo mucho bien en el país” -cita a la justicia social, el salario familiar, la jubilación, las casas de descanso en todo el país- considera que la presidenta Cristina Fernández “tiene una vocación política innegable” y revela, ante la pregunta de EL DIARIO, que el Jueves Santo recibió la visita del intendente Eduardo Accastello, quien “me preguntó por (Damián) Bittar y me dijo que vendrá a la ordenación del nuevo obispo”.
Diego Bengoa