La violencia entre pares en las escuelas o “bullying” es la manifestación que mayor interés ha captado en los últimos tiempos, no sólo en los investigadores, sino en la comunidad en general. Y es que su práctica se ha incrementado en los últimos tiempos y sus consecuencias, cada vez más preocupantes, se suelen emparentar con el horror o la tragedia.
El investigador formado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales de México, Iván Baggini, así definió este fenómeno. “El bullying es la violencia que se produce entre personas que tienen un mismo estatus en la escuela y en donde un alumno es maltratado o victimizado a lo largo del tiempo, ya sea por otra persona o grupo de personas”.
A esta problemática la empezó a estudiar el doctor Dan Olweus, un psicólogo de la Universidad de Oslo que en 1973 realizó un informe a pedido de los gobiernos de Noruega y Suecia. La intención era averiguar las causas por las cuales muchos estudiantes de Nivel Medio se suicidaban en esos países. “Olweus -señala Baggini- observó que en el bullying intervienen cinco actores: el agresor, la víctima, el ayudante del agresor, el que intenta defender a la víctima y los espectadores o testigos pasivos; cada uno con un perfil muy concreto”.
El profesor definió de este modo a los actores de un acto de violencia escolar.
Perfil de los agresores y de las víctimas
“Empecemos por los agresores. Suelen ser chicos propensos a transgredir las normas y que tienen un alto capital social dentro de la escuela. Esto quiere decir que cuentan con una red de apoyo de sus pares, quienes no sólo le dan protección, sino que legitiman su liderazgo. En su vida cotidiana estos chicos no pueden entablar un tipo de relación cordial con el resto, si no que practican conductas irruptivas que generan conflictos. Tampoco suelen prestar atención en clases, son movedizos e incentivan a la indisciplina. Físicamente tienden a ser más robustos que sus víctimas, ya que normalmente acosan a chicos menores y tienen una escasa o nula contención familiar”.
En cuanto a los agredidos, Baggini remarca que “coincidiendo con los victimarios, tampoco son contenidos por su familia y poseen problemas de autoestima, depresión y aislamiento. Suelen tener un rendimiento escolar bajo o a veces alto, pero que decae abruptamente como producto de la violencia recibida. Tienen un comportamiento supeditado a los demás, ya que son chicos que no toman iniciativa, sino que se amoldan a la mayoría. Generalmente son pasivos y permisivos a la hora de sufrir un daño. Suelen higienizarse poco y usar mucha ropa incluso en verano para encubrir los golpes o las heridas”.
En cuanto a los espectadores, el doctor indica que “son personas que ven la situación desde afuera, pero no intervienen por miedo a ser ellos las próximas víctimas. Se dicen a sí mismos: si le pegan, será porque algo hicieron. Es curiosa la pérdida de empatía de los testigos hacia las víctimas y también que presencien la violencia como un espectáculo, lo que ayuda a potenciar el liderazgo de los agresores”.
Respecto a los géneros, Baggini señala que “entre varones, el bullying suele ser físico, mientras que entre chicas suele ser psicológico y no siempre de forma directa, ya que las tecnologías también propician el acoso. Muchas de estas agresiones se dan vía Facebook o Twiter, espacios en donde se suelen subir las filmaciones de actos de violencia. Es por esto que las computadoras de los chicos deben estar controladas por los adultos”.
Otro de los elementos que propician la violencia escolar, según Baggini, “sin dudas son los medios de comunicación; ya que al mostrar este tipo de conductas es más lo que incentivan que lo que previenen”.
Para finalizar, el doctor pone sobre el tapete una verdad incontestable: “Siempre hubo violencia en las escuelas, sólo que antes estaba legitimada por el sistema educativo, como cuando los docentes golpeaban al alumno con una vara o lo calificaban de burro. Hoy, esas prácticas ya no están legitimadas y el bullying no sólo merece la reprobación del sistema educativo, sino del social. El problema actual es la crueldad del acoso, ya que muchas veces se golpea con un nivel de alevosía inédito en otras épocas. Lo más grave es el nivel de naturalización de este tipo de violencia, que ya es aceptada como cotidiana”. Y Baggini muestra una estadística mundial realizada por Flacso en 2011, donde Argentina, si bien está lejos de los índices estadounidenses (donde el 78% de los encuestados dicen haber padecido bullying alguna vez) está muy cerca de los países más violentos de Latinoamérica como México, Brasil y Colombia. Estos tienen un 25% de encuestados que sufrieron violencia escolar contra el 23,5% de nuestro país. En las antípodas se cuenta Noruega con el 9% y en nuestro continente, Chile y Uruguay con un 10%.
La Diplomatura Superior en Seguridad y Prevención de la Violencia Escolar tendrá lugar en el Campus de la UNVM desde el mes de abril a noviembre y constará de seis módulos, comenzando el sábado 6 de abril. El primer módulo será íntegramente dictado por el doctor Baggini. Los dos objetivos de este curso anual serán brindar elementos teóricos y metodológicos para analizar y detectar los procesos de inseguridad, así como capacitar a los integrantes de la comunidad escolar para elaborar proyectos de intervención. Destinada a docentes de todos los niveles, padres y estudiantes de carreras psicopedagógicas y sociológicas, las inscripciones ya están abiertas en la Secretaría de Investigación y Extensión de Humanas, de lunes a viernes de 8 a 18 horas o al teléfono (0353) 4539136, interno 3.
Iván Wielikosielek
Especial UNVM