El festival de Woodstock se constituyó en uno de los más importantes y trascendentes en su estilo, congregando a una inmensa comunidad hippie para lo que los organizadores llamaron "tres días de paz y música". Se concretó en un predio cercano a Nueva York conocido como la granja Bethel, los días 15, 16, 17 y la madrugada del 18 de agosto de 1969. En realidad se lo conoce con ese nombre, porque en principio el gigantesco espectáculo se iba a desarrollar en predios pertenecientes al poblado del nombre homónimo. Ocurrió que los habitantes se opusieron y hubo mediadores que terminaron por acordar con los propietarios de los espacios donde finalmente se llevó a cabo el megaconcierto, con un marco de color, flores, amor, paz y no pocas sustancias estimulantes, como era de esperar. La parte trágica (también previsible, lamentablemente) es la que arrojó la muerte de tres personas por diferentes motivos. Woodstock se convirtió en todo un ícono a la hora de manifestarse por parte de una generación que detestaba obviamente el sistema de vida de muchos de sus propios compatriotas y que, por cierto, se oponían firmemente a las guerras y que sostenían las banderas del amor y de la paz como únicos elementos viables para convivir en un mundo armónico y deseable.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO