El matrimonio de Jorgelina Venosta y Diego Sosa, de Villa Nueva, vivió uno de los golpes más duros que nadie puede imaginar: la muerte de su pequeña hija, Agustina, quien estuvo meses internada en Córdoba por Leucemia Linfática Aguda (LLA), enfermedad que le diagnosticaron el 26 de febrero de este año.
La pequeña falleció el 19 de marzo, cuando su cuerpo no resistió más el avance de la enfermedad.
En Oliva, los jóvenes de sexto año del Instituto Secundario Sagrado Corazón leyeron la historia de esta familia con necesidades que luchó contra viento y marea para acompañar a Agustina y decidieron ayudar.
“Nosotros empezamos a recorrer las aulas y les pedimos una colaboración a todos los chicos de la escuela”, relataron los alumnos que ayer vinieron a entregar las donaciones acompañados por dos profesoras, Eliana Giaché y Laura Seia, quienes alentaron la actitud solidaria de sus estudiantes.
“Estábamos trabajando en la colecta cuando nos enteramos de la muerte de Agustina, pero igual decidimos traer todo porque entendemos que siguen necesitando ayuda”, agregaron.
En la casa del barrio Sarmiento de Villa Nueva fueron recibidos por Jorgelina, quien rompía en llanto cada vez que rememoraba lo sufrido por Agustina.
Agradeciendo la solidaridad de los jóvenes olivenses, relató que todo empezó en centros de salud de Villa Nueva y Villa María, donde supusieron que la pequeña tenía hepatitis.
“En febrero nos trasladamos a Córdoba en ambulancia. Agustina fue charlando todo el viaje”, recordó.
Ya en el hospital cordobés, ella parecía de buen ánimo y se sometió a todos los exámenes requeridos por los profesionales del lugar.
Hasta que llegó el peor momento, cuando el médico de la capital provincial vino a decirle que no traía la mejor noticia. Jorgelina vio derrumbarse todo su mundo al saber que su hija no padecía hepatitis, sino leucemia.
Siguieron luchando juntos. “Mi marido hace changas de albañil y todo esto nos cambió mucho la situación”, señaló.
Los dolores de Agustina se fueron acrecentando. “Se quejaba por los huesos y la panza”, dijo Jorgelina, entre sollozos.
Sabe que pese a todo lo sucedido, tienen que seguir luchando. Tienen, además, otros dos pequeños: Valentina, de dos años y Martín, de siete.
El niño está en tratamiento con profesionales para solucionar problemas de aprendizaje. Y, en medio de todo, deben sortear las dificultades económicas.
“Agradezco tanto la ayuda, porque nos hace falta”, repetía Jorgelina.
Quien quiera colaborar para que la familia al menos no deba padecer tantos problemas económicos hasta regularizar la situación laboral, puede acercar las donaciones al domicilio de los Sosa, ubicado en la calle San Luis 857 de Villa Nueva.
Mientras los cronistas de EL DIARIO nos retirábamos de la casa, los jóvenes olivenses mostraban la mercadería, los pañales y la ropa que habían traído. Feliz, Martín veía el fruto de la solidaridad sin fronteras y en su mente de niño no dudó en generar una idea que expresó con sencillez: “Hoy es el día de Papa Noel”.