Es­cri­be: Juan Manuel Gorno

 (en­via­do es­pe­cial) 

Para Alumni, a medida que se achica el margen, se agranda la tristeza. Y en Misiones quedó en evidencia que siempre le falta algo para cambiar esa realidad. 

La derrota 0-2 ante Guaraní Antonio Franco produjo otra herida profunda en el equipo villamariense que, a diferencia de la semana pasada, esta vez jugó como para quedarse con algo más y, sin embargo, no le alcanzó para escapar de la derrota.

En un lapso de un minuto y tras un error grosero del árbitro Gerardo Méndez Cedro, en el segundo tiempo, el equipo fortinero se quedó con uno menos mientras Guaraní se puso en ventaja en el marcador. Entonces, el visitante pasó del trabajo correcto a la desazón.

Es que antes de la jugada que cambió el rumbo de la historia, el partido tenía un olor a empate muy grande, sobre todo porque a los dos equipos les faltaba serenidad en la definición en las pocas situaciones de goles que se generaban.

Alumni se había propuesta ser prolijo en lo táctico, sin fallar en defensa y cortando las mejores conexiones del local para que no graviten Ramiro Pereyra y Lucas Godoy en la zona de gestación. Y el trabajo salió bien en el primer tiempo, a pesar de algunas infracciones que generaban los habilidosos de Guaraní.

El problema que, de ahí en más, al equipo villamariense le costó llegar sobre el arco rival, aunque lo intentaba con arrebatos individuales y sin profundidad.

Así, entre uno que no podía surcar en los últimos metros y otro que quedaba lejos del arco de enfrente, la primera etapa se esfumó sin emociones y resultó para el olvido, a pesar que Roberto Bonet estuvo muy cerca de abrir el marcador sobre el final, cuando quedó habilitado por derecha y sacó un remate cruzado que se perdió cerca del segundo palo. 

En el complemento, la tendencia del primer tiempo se acentuó, aunque Alumni fue más ambicioso desde la movilidad de Aloi y Espíndola, quienes orillaron el festejo del gol en un par de oportunidades. 

Sin ser un derroche de buen juego, Alumni tuvo actitud para ubicarse unos metros más adelante en el terreno y trabajar muy bien en la recuperación de la pelota en la mitad de cancha, con sacrificio, aunque los misioneros por momentos causaban impresión desde las gambetas de Pereyra y la pegada de Roldán.

El partido era parejo hasta que llegó la jugada polémica que modificó todo: Pereyra cayó en la puerta del área y el árbitro cobró falta, pero increíblemente amonestó al uruguayo Amarilla, quien ya había visto el acrílico en la primera etapa y, por lo tanto, debió irse expulsado, a pesar que la infracción era de Patricio Berardo. 

Luego de las protestas, encima, Roldán transformó el tiro libre en golazo, con remate por arriba de la barrera que venció la buena resistencia de Jonathan Scalzo.

Así, con ventaja en el marcador y en número de jugadores, Guaraní se manejó de otra manera. El “Chaucha” Bianco movió el banco y Arzubialde tampoco se quedó atrás a la hora de las alternativas. Pero el nerviosismo y la impaciencia se apoderaron de Alumni cuando, aún con iniciativa y búsqueda, debía transformar en gol algunas situaciones que generó sobre el arco del seguro Federico Cosentino para llegar al empate.

Sobre el final, Guaraní aseguró el partido, esta vez de contragolpe y tras otro error del árbitro, que dejó seguir cuando debía cobrar una falta sobre el ingresado Diego Torres. En la siguiente situación, el delantero Ezequiel Gaviglio -en supuesta posición adelantada- recibió solo y definió la victoria con un remate seco, al lado del palo.

Alumni se quedó con bronca, protestando sobre el referí Méndez Cedro, dentro de un nuevo final triste. No obstante, la posterior derrota de Racing fue un aliciente. Ahora, todo dependerá de lo que viene. 

 

La figura