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El genial Woody Allen tiene una sentencia que dice: “El mago hizo un gesto y desapareció el hambre, hizo otro y desaparecieron las injusticias y las guerras. El político hizo un gesto y desapareció el mago”.
En estos tiempos que corren, algunos políticos tienen esas características. No sólo hacer desaparecer la magia que los unió a la gente, sino también a las personas que se mantienen fieles en la ruta.
“Es muy normal en la política”, dicen los que se jactan de conocer los secretos de un manual que tiene varios capítulos cuestionables.
Pero vamos a lo nuestro. Hoy, el ex candidato a intendente, ex funcionario del Gobierno de Juan Schiaretti y líder del Partido Villamariense, Raúl “Rally” Costa, tiene un dilema que casualmente, o causalmente, nace del nombre Darío, que según ciertas interpretaciones significa “el que protege”.
Y precisamente, la protección en este caso tiene un doble camino que puede convertirse en líneas paralelas y divisorias.
El caso es que Rally asistió a la inauguración de la casa legislativa del delasotista de la primera hora Darío Ranco. Si bien no estuvo en primera fila, ni ganando protagonismo, se sacó una foto abrazado con el integrante de la unicameral, imagen que fue cargada a Facebook por la intendenta de Tío Pujio Nancy Schiavi.
Hasta aquí nada que parezca extraño, teniendo en cuenta el origen peronista de Costa.
Pero, siempre hay un pero que rompe la magia. En las filas del concejal de su partido Darío Capitani no cayó nada bien su exhibición pública junto al delasotismo.
Es más, cayó muy mal. Es que Capitani es el único que hoy “protege” a Costa en el cuerpo legislativo.
Si hacemos un breve repaso de la historia, recordaremos que Costa pisó la Casona de Pereira y Domínguez con una bancada conformada por tres ediles que sin duda debían hacer magia para convertirse en una oposición firme y sin fisuras ante los siete integrantes del bloque oficialista.
El primer aprendiz de mago desapareció rápido del bloque. El ahora sciolista Ricardo “Negro” Pereyra, dejó la galera a un costado y corrió su silla a un bloque propio llamado “Acción para crecer”, se mostró cerca del oficialismo en temas clave y de Costa no quedó ni el recuerdo.
Las sorpresas para los que salieron segundos en las elecciones de 2011 no terminaron allí.
La abogada Georgina Etchegaray se cansó de la capa y se tomó el buque de la Democracia Cristiana.
Uno de los partidos que trabajó codo a codo con Costa desde el año 2007.
Fue un golpe duro para la gente que apostó al proyecto iniciado por el abogado que años atrás cultivó una profunda amistad con Eduardo Accastello y luego se convirtió en su principal contrincante.
El bloque se partió en tres, para beneplácito del accastellismo que festejó las movidas y observó con satisfacción cómo se iban derrumbando los castillos opositores.
La bancada en vez de multiplicarse se dividió y no hubo truco que resultara para llevarla nuevamente al tamaño original.
Solito
y solo
Sosteniendo, o protegiendo, el proyecto de Rally quedó solito y solo Darío Capitani.
El joven presentó numerosos proyectos, se opuso en temas clave y dio batalla hasta el punto que hoy tiene serios problemas de comunicación con una parte de sus pares.
No obstante, nada tiene puesto el sello de la eternidad y hoy las relaciones sufrieron un temporal.
¿Cuál es el conflicto que puede poner en jaque su relación con Costa?
Capitani es el referente del PRO, uno de los aliados del Partido Villamariense.
El PRO tiene ya lanzado su propio candidato, el ex árbitro Héctor Baldassi, para disputar las legislativas de octubre.
Y mientras estas cosas se están cocinando a fuego lento, Costa coquetea públicamente con el delasotismo que será un adversario del PRO en los comicios.
Es complejo sostener una alianza cuando los intereses corren por veredas diferentes.
“La política es el arte de tragar sapos, pero no todos son digeribles”, comentan los más enojados con la actitud de Costa.
No es el único motivo de decepción en el entorno capitanista. Sucede que Costa logró un puesto de asesor en la provincia y unos cuantos contratos que se repartieron “a gusto y placer”, según las opiniones que andan dando vueltas entre conejos, sogas y pañuelos para crear ilusionismo.
¿Se romperá la relación entre Costa y Capitani? Es difícil predecirlo.
El líder del Partido Villamariense no se puede dar el lujo, si quiere seguir en carrera en la ciudad, de perder el único concejal que le queda.
Tal vez, en la ruta del diálogo puedan encontrarse las salidas a la tensión que se originó en el fin de semana.
Tal vez, no todo desaparezca como el mago.