La de­sin­te­gra­ción so­cial. Eso es lo que se plas­ma al dia­lo­gar con ve­ci­nos de ba­rrio La Flo­res­ta y del plan de las 36 Vi­vien­das que es­tá en­cla­va­do en el lu­gar.

Gru­pos de chi­cos que se jun­tan a to­mar be­bi­das al­co­hó­li­cas y pe­leas. No es pa­tri­mo­nio de es­te ba­rrio ni mu­cho me­nos. Es­tas es­ce­nas se re­pi­ten en Vi­lla Nue­va, Vi­lla Ma­ría y en las de­más lo­ca­li­da­des. Ca­da vez son más reiterativas. 

Aho­ra el fo­co es­tá pues­to en es­te ba­rrio por­que el miér­co­les a la no­che un dis­pa­ro de ba­la im­pac­tó en una de las des­pen­sas del lu­gar y, por for­tu­na, no hi­rió a na­die. Así lo con­fir­ma­ron ve­ci­nos que ha­bla­ron con es­te ma­tu­ti­no en la vís­pe­ra.

Fue cer­ca de las sie­te y me­dia de la tar­de de an­tea­yer. Dos jó­ve­nes per­se­guían a otros dos en mo­to­ci­cle­ta, apa­ren­te­men­te por un pro­ble­ma en­tre am­bos dúos, y hu­bo dis­pa­ros de ar­ma de fue­go. Una bala fue a pa­rar a un quios­co en in­me­dia­cio­nes de Va­ras Alon­so y Deán Fu­nes, en La Flo­res­ta. 

Es­ta si­tua­ción des­per­tó la preo­cu­pa­ción de ha­bi­tan­tes del sec­tor, ya que a esa ho­ra ha­bía mu­chos ni­ños ju­gan­do en la ve­re­da. Las con­se­cuen­cias po­drían ha­ber si­do trá­gi­cas.

En la zo­na, si bien no hay he­chos de­lic­ti­vos de gra­ve­dad, se res­pi­ra el ma­les­tar por las pe­leas que se sus­ci­tan en­tre ban­das de ado­les­cen­tes -y no tan ado­les­cen­tes- así co­mo tam­bién por el con­su­mo de al­co­hol en la vía pú­bli­ca, lo que sue­le de­ri­var en in­con­ve­nien­tes.

“Es­te ba­rrio es de gen­te ho­nes­ta y tra­ba­ja­do­ra, hay pro­ble­mas co­mo en to­dos la­dos; su­ce­de que hu­bo un ti­ro y eso nos preo­cu­pó mu­cho”, se­ña­ló una se­ño­ra. Un hom­bre, en tan­to, re­cal­có que mo­les­ta­ba la es­tig­ma­ti­za­ción del sec­tor, ya que, re­sal­tó, “hay si­tua­cio­nes que nos dan mie­do, pe­ro ha­blo con ve­ci­nos de otros ba­rrios y pa­sa lo mis­mo: el pro­ble­ma acá es que hay una generación que está siendo abatida por la droga y el alcohol. Es hora de que los gobernantes se pongan los pantalones”, demandó.

Tierra de nadie