Escribe: María Teresa Romero*
El sistema sanitario provincial se encuentra colapsado. El horror que la opinión pública descubrió esta semana sobre el estado de los pacientes psiquiátricos del Hospital de Bell Ville fue parte de lo que motivó el plan de lucha que los trabajadores de la salud llevaron a cabo en las postrimerías del Gobierno de Juan Schiaretti, cuando el actual (súper)ministro Oscar González tenía a su cargo la cartera de Salud. Ya entonces denunciamos la penosa infraestructura y la falta de personal, insumos y sistemas de emergencias.
De la Sota no puede hacerse el distraído ni el afligido por esta vieja novedad. Menos aún cuando el año pasado, en abril más precisamente, el gobernador le achacó a la Justicia excesivas derivaciones a los centros de salud mental provinciales. “Así no hay hospital que alcance”, señaló, según publicación de La Voz del Interior (24/4/2013). ¿Cómo podía hacer tales observaciones sin conocer previamente el estado del sistema de salud mental?
Bell Ville sólo es la punta de iceberg de un colapso general que incluye a la Colonia de Oliva, Santa María de Punilla, al hospital Córdoba, el Misericordia, el Tránsito Cáceres de Allende, el de Niños y al de Villa María, entre otros centros de salud donde la falta de personal, de insumos y las fallas de infraestructura -aun en obras realizadas recientemente con una calidad similar a la de la Nueva Terminal de ómnibus- son materia corriente.
A esto se suma la falta total en políticas de prevención de plagas, como el dengue, donde Córdoba tiene el privilegio de ser la segunda provincia del país en cantidad de casos después de Salta.
Mientras salía a la luz la calamitosa situación de los pacientes y los trabajadores del hospital de marras, el gobernador se encontraba en Brasil, disertando sobre las bondades de su modelo de Gobierno. De la Sota contó con un auditorio dispuesto a escuchar la propaganda oficial, que en publicidad se cifra en millones de pesos. Lo que no tiene esta gestión es vergüenza.
*Secretaría General
de ATE Córdoba