Un tucumano de 34 años y un villamariense de 23 fueron condenados ayer en la Cámara del Crimen local por un asalto perpetrado en una vivienda de Arroyo Cabral, a la cual ingresaron luego de engañar a su propietaria, haciéndose pasar por empleados de una empresa de correo privado.
Silvio Andrés Rodríguez recibió una pena de cinco años de prisión efectiva, con declaración de reincidencia, mientras que a Matías Torroella le impusieron una sanción de tres años de cárcel, aunque por el tiempo que lleva detenido ya está en condiciones de obtener la “libertad condicional”.
La diferencia en las condenas a uno y otro radica en que Rodríguez utilizó un cuchillo para intimidar a la víctima, después que su cómplice saliera del inmueble y lo aguardara en la motocicleta con la que habían llegado al lugar para darse a la fuga.
Por esa razón, el mayor de los asaltantes fue declarado autor del delito de “robo calificado por uso de arma” (en este caso, un cuchillo), en tanto que Torroella terminó siendo sentenciado por “robo simple”.
El hecho por el que llegaron a juicio se produjo el 29 de mayo del año pasado y tuvo como víctima a María Zagaglia de Rivetta, actualmente de 64 años, quien fue sorprendida por ambos delincuentes en su casa de Yrigoyen y Rivadavia, en la vecina localidad de Arroyo Cabral.
Falsos carteros
Eran las 4 de la tarde de aquel martes cuando dos individuos tocaron el timbre de la vivienda y, al ser atendidos por Zagaglia, se presentaron como trabajadores de una empresa de correo privado.
“Como yo estaba esperando el documento de mi hija, les creí… ¡qué ingenua!”, confesó ese mismo día la vecina cabralense al ser entrevistada por un periodista de EL DIARIO, y añadió: “Cuando me di vuelta y entré para buscar una lapicera para firmar, se metieron a la casa, me agarraron de atrás, me ataron de pies y manos, me amordazaron, me pegaron y me tiraron al suelo boca abajo”.
Jugoso botín
Luego de reducir a la mujer, los ladrones revolvieron toda la casa y se apoderaron de 2.700 pesos en efectivo, varios cheques, una notebook, un discman, dos teléfonos celulares, cuatro cadenas de oro, una cadena de plata, un par de aros de plata, tres medallas de plata, dos cruces de plata, cuatro relojes de dama, alhajas de fantasía y tres billeteras de cuero.
Según se determinó durante la audiencia de la víspera, Torroella salió de la casa con el botín en sus manos y se subió a la moto en la que habían llegado, mientras que Rodríguez se quedó un par de minutos más junto a Zagaglia.
En esas circunstancias, el convicto reincidente tomó un cuchillo tipo Tramontina y, bajo amenazas de muerte, le exigió a su víctima que le diera más dinero. Sin embargo, como ya le había entregado todo, la mujer le ofreció una tarjeta de débito, aunque le proporcionó una clave falsa.
“Mucho miedo”
“¡Si no podemos sacar la plata del banco, te degollamos!”, le advirtió Rodríguez antes de marcharse. “En ese momento tuve mucho miedo”, dijo Zagaglia durante la entrevista realizada unas tres horas después del asalto.
La mujer relató también que apenas los delincuentes se fueron, “me di vuelta y me arrastré unos metros hacia la puerta que conecta la casa con la parte de atrás de la fábrica de maní crocante de mi hijo; al arrastrarme, se zafó la atadura de las manos y pude golpear la puerta y pedir ayuda”.
Esta situación permitió que una vecina diera rápido aviso a la Policía cabralense, cuyo personal atrapó a los ladrones antes de que salieran del pueblo, e incluso se recuperó todo lo robado.
Juez y partes
El juicio oral y público fue presidido por el camarista René Gandarillas y contó con la participación del fiscal Francisco Márquez y de la asesora letrada Silvina Muñoz (intervino como defensora oficial de los dos condenados), mientras que la secretaria actuante fue Gabriela Sanz.
A poco de comenzada la audiencia y tras la lectura de la acusación, tanto Rodríguez como Torroella admitieron haber cometido el robo, lo que posibilitó que el juicio se realizara bajo la modalidad de “trámite abreviado”, es decir omitiéndose la recepción de pruebas testimoniales en la sala del quinto piso de Tribunales.
La confesión lisa y llana del hecho le permitió al fiscal Márquez solicitar en su alegato las penas que previamente había acordado con la defensora, a lo que inmediatamente después adhirió Muñoz.
Como Rodríguez tiene un prontuario con cuatro condenas anteriores (una en suspenso y las tres restantes de cumplimiento efectivo, pero todas por delitos contra la propiedad), fue declarado reincidente y no podrá solicitar al beneficio de la “libertad condicional”. Sólo tendrá la posibilidad de acceder a la “libertad asistida”, que permite la excarcelación seis meses antes del cumplimiento total de la pena.
Las condenas
Dicho esto, el convicto tucumano (nacido en la capital de aquella provincia el 4 de noviembre de 1978, pero radicado en Villa María desde mediados de los 90), tendrá que completar cuatro años y medio “a la sombra”, con lo cual permanecerá en el Establecimiento Penitenciario Nº 5 hasta, por lo menos, fines de noviembre de 2016.
En tanto, Torroella fue condenado ayer por primera vez y, por esa misma razón, está en situación legal de pedir la “condicional”. Para acceder a dicho beneficio, debe cumplir un mínimo de ocho meses de prisión, y ya lleva 10 meses y medio.
De todos modos, antes de ser excarcelado, la Justicia evaluará su comportamiento disciplinario y lo someterá a una pericia psicológica que acredite que está en condiciones de reinsertarse socialmente.