Primero, la noticia: el acuarelista local Fernando Quintana donó, mediante escribano público, 17 obras propias a la Asociación Amigos del Museo Fernando Bonfiglioli, de la cual formara parte durante casi una década, en los inicios de la entidad.
La entrega formal se oficializará el 16 de mayo, día en que se celebre el 40º aniversario del museo, que funciona en el edificio de bulevar Sarmiento y San Martín.
Tras cumplir con el rigor noticioso, vale explayarse sobre la trayectoria de Quintana, las tertulias con sus colegas (como el escultor Leopoldo Garrone o el pintor Molina Rosa), el inclaudicable amor por su tierra vasca y sus lágrimas sinceras cuando recuerda a su amigo Osvaldo Mouxaut, referente del centro vasco Eusko Etxea, a quien también le donara 14 acuarelas.
“Yo no pinto lo que veo, sino lo que me gusta de lo que miro”, señala a EL DIARIO con aplomado aire docente este pintor autodidacta, que aún a los 85 años unta sus pinceles, afina los lápices y seca sus papeles para crear paisajes inspirados sobre una mesita que da a un garaje vidriado devenido en patio de luz.
Imágenes de Guernica
Aunque emigrado -en el ‘51- de Azkoitia, un pueblo montañoso bañado por el mar, Quintana confiesa haberse enamorado de nuestro río, a quien le dedica varios de sus cuadros. El agua, en tanto, es su material más preciado. “En acuarela, es tan importante pintar como dejar de pintar, que se moje el papel y deje sus impresiones”, añade.
Llegado con 29 años y dejando atrás a su familia y su país, inmerso en una cruenta guerra civil, Quintana logra ingresar a distintos labores gracias a su facilidad para los números. Pero tal era su orgullo de origen que desistió una vacante en un banco porque no se había nacionalizado.
El artista, vale recordar, nació en Guernica, pueblo al cual volviera con su padre cuando joven, para observar cómo había resultado su casa luego de los bombardeos. Esas imágenes, esos recuerdos, hoy se plasman en bocetos que ha enviado a aquella tierra y que el periodista y escritor cordobés Mariano Saravia ha solicitado para sus trabajos sobre el País Vasco.
A pesar de haber ganado salones, regiones, premios y contar con cuatro de sus obras en el Kutxa, el museo del Banco Vasco, nunca había enseñado hasta hace sólo un par de años atrás, desde su casa. “Yo, que no tengo títulos, no creía que podía tener alumnos”, admite con humildad uno de los pocos acuarelistas que quedan en nuestra ciudad.
Obras
Algunas de las obras de Quintana son: “Gitanos de antes” (1960), “San Antonio de Arredondo”, “Otoñal”, “Inundación”, Días de bruma”, “El bosque encantado”, “Tarde en el río”, “Claro en el bosque”, “Puente viejo”, “Aledaños de Pampayasta”, “Paisajes en azules, “Arboleda”, “Primavera en el río”, “Paisaje con niebla” y “Paisaje sureño” (2007).