“Peronómetro”: instrumento de medición inventado para establecer el grado de pureza doctrinaria al interior del movimiento peronista. Durante décadas se intentó que los resultados que arrojaban sus mediciones: muy peronista, peronista y poco peronista, suplantaran el debate al interior del peronismo.
En recientes declaraciones a los medios de prensa, el legislador provincial Darío Ranco sostuvo que el Gobierno nacional “tiene poco de peronista”. Toda una definición, todo un posicionamiento político ideológico no sólo de Ranco, sino del delasotismo del que es parte.
Y si bien siempre hemos reconocido que en el seno de nuestro movimiento político conviven diferentes tendencias que han analizado y analizan el proceso histórico argentino desde diferentes ópticas, existe una base ideológica y doctrinaria común que no podemos desconocer. Base ideológica que nos define como un movimiento nacional, popular y revolucionario, cuya doctrina se sintetiza como teoría y como programa de gobierno en las tres banderas que hemos enarbolado desde nuestra irrupción en la vida política nacional el 17 de octubre de 1945: justicia social, independencia económica y soberanía política.
Veamos entonces el accionar del Gobierno nacional desde el año 2003 a la fecha a la luz de nuestro acervo doctrinario. ¿No constituyen las políticas de inclusión social implementadas por el Gobierno nacional la contracara de aquellas sostenidas por el neoliberalismo durante los años 1989-2001? ¿No se produjo una fuerte generación del empleo en la Argentina -más de cinco millones de nuevos puestos de trabajo- y una mejora progresiva en su calidad ? ¿No se recuperaron las paritarias como método para discutir salarios y condiciones laborales? ¿No han disminuido drásticamente los niveles de pobreza e indigencia en el país? ¿No hemos duplicado acaso la cantidad de argentinos pertenecientes a la clase media como fruto de una distribución del ingreso más equitativa? (fuente Banco Mundial y CEPAL) La Asignación Universal por Hijo, miles de nuevos jubilados y pensionados, la Ley para el personal de casas de familia, ¿no constituyen una formidable ampliación del sistema de protección social en nuestro país? ¿Cómo, producto de estas políticas y acciones de gobierno, no hemos incrementado de matrícula de estudiantes en el Nivel Medio? ¿No egresan miles de estudiantes de nuestras universidades como primera generación de profesionales provenientes de familias humildes? ¿Se puede negar en nombre del peronismo que estas políticas y medidas constituyen una definición programática de justicia social y son un claro ejemplo de cómo enfrentó el Gobierno nacional la crisis de distribución existente en el país en 2003, sin demostrar una alarmante inconsistencia ideológica?
De igual manera, cabe reflexionar sobre cómo enfrentó el peronismo “K” la crisis de dependencia que asolaba al país desde 1955 hasta el año 2003. La reindustrialización del país, la reestructuración de la deuda externa con una quita de más del 65% de esa deuda, el rechazo al monitoreo por parte de los organismos internacionales de nuestra política económica, la política de desendeudamiento nacional, la política de sustitución de importaciones, la repatriación de miles de científicos argentinos en el exterior y miles de becarios en ciencia y tecnología, la reapertura de las escuelas técnicas, el impulso a la economía social y el apoyo a las fabricas recuperadas, etcétera, ¿no constituyen todo un programa político con norte en la independencia económica?
Y si de soberanía política hablamos, todas las políticas mencionadas están enmarcadas en la inquebrantable convicción de que es el pueblo argentino a través del ejercicio de la soberanía popular quien debe decidir el rumbo del país. Atrás han quedado las “relaciones carnales” con los Estados Unidos después del histórico “no al ALCA” en la recordada Cumbre de Mar del Plata”, tan atrás como cuando Héctor Magnetto, en nombre de los grupos económicos concentrados, se refería a la institución Presidencial como un “cargo menor” o la tan mentada muletilla de que ningún gobierno podía resistir cuatro tapas de Clarín en contra, en clara alusión de que era el poder económico quien gobernaba el país. Ejemplos de soberanía política, de respeto por la soberanía popular, enmarcados por esa otra bandera enarbolada por el peronismo: la unidad latinoamericana. El reimpulso al Mercosur, la activa participación en la Unasur, el respaldo a los pueblos y gobiernos de América latina, las trabajosas pero fructíferas relaciones bilaterales mediante las cuales vamos resolviendo los conflictos de intereses que se nos presentan nos permite repetir, ahora con optimismo, aquel viejo apotegma de Perón: “Latinoamérica ahora o nunca”.
Volviendo al principio de esta nota, nunca hemos desconocido las diferentes narrativas existentes sobre el peronismo. Como tampoco desconocemos las tendencias internas que conforman nuestro movimiento y las narrativas en las que sustentan sus prácticas políticas. Por eso nos parece importante retomar la saludable costumbre de dar el debate a fondo desde nuestras convicciones. Algo en lo que está empeñado desde hace una década este Gobierno, a pesar de que a algunos no les gusten las formas y a otros les preocupe el fondo.
Gerardo Russo
Militante peronista