El médico forense Gustavo Rodríguez, quien intervino en el caso del ciruja muerto tres días después de una feroz pelea con un cartonero vecino, aseguró que “si hubiera sido atendido en ese momento y no hubiera perdido tanta sangre, se habría recuperado sin problemas”.
La categórica expresión fue vertida por el facultativo durante la mañana de ayer en la Cámara del Crimen, durante la segunda jornada del juicio que se le sigue a Ernesto Angel Díaz, quien está acusado de ser el presunto autor de “homicidio preterintencional” que tuvo como víctima a Osvaldo Ramón Ponce, hecho registrado durante los últimos días de octubre de 2008 en barrio Carlos Pellegrini de Villa María.
El forense
El testimonio del médico, durante la audiencia que preside el juez René Gandarillas, podría hacer cambiar los términos de la acusación, máxime si el magistrado interviniente valora las declaraciones del imputado quien, si bien el martes pasado reconoció haberse trenzado a golpes con el hombre luego fallecido, expresó: “No lo quise matar”.
Coincidentemente, el forense declaró ayer: “No creo que el hombre (por Díaz) haya tenido la intención de matarlo” (a Ponce), en ocasión de la furibunda pelea que sostuvieron ambos, cuando estaban alcoholizados, durante la noche del 21 de octubre de 2008, es decir, tres días antes del deceso de la supuesta víctima.
Es más, Rodríguez aseguró que “en las riñas, las personas no miden las fuerzas ni piensan en matar al otro”, al tiempo que sostuvo que si Ponce “hubiera sido atendido en ese momento y no hubiera perdido tanta sangre, se habría recuperado sin problemas”.
En la certificación sobre las causas del deceso del ciruja se dejó en claro que éste expiró a raíz de una infección en la región intestinal como producto de la perforación del intestino.
Al respecto, el médico sentenció que “las perforaciones, cuando no se curan, te llevan a la muerte”, frente a lo cual hay que recordar que Ponce recién fue trasladado al Hospital Pasteur durante la noche del día después, es decir el 22 de octubre de 2008, desde donde escapó poco después cuando se enteró que iban a realizarle estudios y que, para ello, sería inyectado, práctica que generaba en él una particular aversión, por lo que se negó rotundamente a la misma.
El médico forense, como corolario de su exposición ante el juez, el fiscal de Cámara, Francisco Márquez, y la defensora oficial del imputado, Silvina Muñoz, señaló que “esto (la infección generalizada) está aparejado también con su condición de vida. Una persona indigente lo más probable es que tenga las defensas bajas y sea más propensa a las infecciones”.
Durante la víspera también prestaron declaración la enfermera Carina Pereyra, quien asistió a Ponce en el Hospital Pasteur hasta que éste escapó por sus propios medios del mencionado nosocomio; el bombero voluntario Claudio Bertoletti, quien trasladó a la víctima al centro de salud, y María Vargas, esposa del acusado.
El indigente sufrió una perforación intestinal causada por los golpes que le propinó Díaz, el 24 de octubre de 2008.
La investigación indicó que la víctima y el detenido habrían protagonizado una fuerte pelea. Aparentemente, todo se desencadenó cuando Ponce, que se dedicaba a juntar cartones, intentó sacar unos caños de la casa de su vecino Díaz.
La víctima se hizo atender en el Hospital Pasteur, pero luego escapó del lugar, siendo encontrado a los pocos días muerto en una casilla donde hoy se levantan las casas del Plan Eva Perón, frente al Hipermercado Libertad.
En tanto, se aproxima la instancia de los alegatos, aun cuando hoy podrían receptarse nuevos testimonios si es que las partes lo solicitan al juez, lo que permite inferir que entre mañana y el viernes podría dictarse la sentencia.
El hecho
La muerte del ciruja, acaecida poco después del mediodía del 24 de octubre de 2008, obligó a retrotraer la historia próxima del caso a tres días antes, cuando aproximadamente a las 22 del 21 de ese mes y año, Díaz sorprendió a Ponce, que vivía en una casilla cercana, cuando intentaba apoderarse de unos caños de PVC que le pertenecían.
Fue entonces que ambos, en estado de ebriedad, se golpearon una y otra vez. Al punto que cayeron al suelo, donde continuaron agrediéndose, hasta que Ponce quedó tendido, pero con vida, de acuerdo a lo relatado el lunes pasado por Abel Eduardo Paiva, testigo presencial del enfrentamiento.
Fue precisamente Paiva quien llevó a Ponce hasta su casilla y lo recostó en la cama, donde permaneció dormido hasta las 20 del día siguiente.
Sin embargo, cuando despertó, casi 22 horas después, Paiva atinó a llamar a los Bomberos para que lo trasladaran hasta el Hospital Pasteur, nosocomio que poco después abandonó sin dar aviso.
El 24 de octubre, Ponce falleció, sentado en una silla, cuando se encontraba en la vivienda de Atilio Nicolás “Lucho” Ardovino, lugar al que había sido llevado poco antes por otros dos individuos.
El caso ofrece distintas aristas para su análisis y valoración. Por ahora, lo cierto es que hubo una ardorosa pelea entre la víctima y el sospechado de ser el victimario, que ocurrió tres días antes de la muerte.
El grado de culpabilidad del cartonero Díaz por el deceso de su par y vecino es lo que se trata de determinar por estos días.
El lunes pasado, el acusado reconoció el violento episodio, pero aseguró que no quiso matarlo. Ayer, el forense, desde su estimación, dijo casi lo mismo: “No creo que el hombre haya tenido la intención de matarlo”.
Habrá que escuchar, claro está, los alegatos del fiscal y la defensora que asiste al acusado. Habrá que esperar, como lo marca la ley, la sentencia del juez.