Los reclamos resuenan desde antes de cada tragedia. Sin embargo, los anuncios se ubican en el centro de la escena levantando la guardia. Viajar por las rutas de la región se transforma en una odisea, más en esta temporada de cosecha, con maquinarias de todo tipo conviviendo con camiones a velocidades dispares, entre los 40 y los 100 kilómetros por hora (km/h) y apresurados automovilistas que en muchos casos montan en grandes camionetas corriendo contra... contra ellos mismos y el peligro.
Pero más allá y más acá de cada situación que dibujan esas características, está la vía. Y en ella la responsabilidad de todos los funcionarios de los estamentos gubernamentales: provincial y nacional.
Por un lado, vale remarcar que casi todas las obras de repavimentación están paralizadas. Tanto provinciales como nacionales.
Abandono
El Gobierno provincial, con los mismos líderes abandonó, por ejemplo, al Ente Intermunicipal ruta 6 y sumergió a los trabajadores en un mar de incertidumbres respecto a su fuente laboral (la misma que el Ministerio de Trabajo no protegió), repitiendo la historia del Ente ruta 13. Esa carretera se cobró tantas vidas como la que desemboca en el Valle de Calamuchita, tuvo el reclamo y la firma de cartas abiertas de los usuarios y en el libro de quejas del organismo, hasta que se disolvió el Ente, la ruta cayó en total abandono y después de otras tantas tragedias se rehizo la carpeta asfáltica.
Vale preguntarse si correrá la misma suerte el ahora en el ojo de la tormenta.
Promesa I
La reinauguración de la ruta 13 se concretó a mediados de 2009 con la promesa de cuidarla instalando estaciones de pesaje para el control de cargas. Esto expone la clara sospecha de que al menos existe sobrecarga y que sigue sin controlarse. Mientras, la ruta que pagamos todos los cordobeses ya muestra signos de deterioro.
Promesa II
El 8 de noviembre el Ministerio de Seguridad y la Dirección Provincial de Vialidad anunciaron que instalarían diez balanzas portátiles en las rutas provinciales pavimentadas más transitadas por vehículos de carga. Los municipios realizarían las tareas de control.
En cuanto a las rutas, apuntaron los corredores productivos, tales como las rutas 13, 6, 17, 36, 2 y 11, entre otras.
Recién el 8 abril pasado, la Dirección Provincial de Vialidad firmó los convenios con las diez municipalidades: Ausonia (ruta 4), Hernando (6), Luque (13), La Para (17), Río Ceballos (E53), Falda del Carmen (C45), La Calera (E55), Corral de Bustos (ruta 11) y Despeñaderos (36).
¿Promesa?
Pero más allá de las promesas, los controles en las rutas abren signos de interrogación, porque los usuarios pueden observar a la tan mentada Policía Caminera con puestos sobre las vías nacionales, de hecho la mayor cantidad de controles se dan sobre la autopista Córdoba-Rosario: nacional. En la región sólo se pueden encontrar en la ruta nacional 158 a la altura de Dalmacio Vélez, Las Perdices y General Deheza. ¿Por qué no se ubican en las rutas 4, 6, 2, 11? Si existe una casilla en la ruta 13, casi en la intersección con la provincial 3.
Abandono II
La ruta nacional 9 es otra muestra del abandono. Transitar entre Villa María y Córdoba puede ser una odisea temerosa. La habilitación total de la autopista a Rosario se transformó en un gran avance más allá de los siniestros que allí se siguen sucediendo, pero también se convirtió en un retroceso en cuanto a la omisión de los organismos de control para con la denominada vieja ruta 9. Su trayecto entre la ciudad de Oliva y Villa María es pésimo, con asfalto que cedió y baches de todos los tamaños que pueden ocasionar un accidente.
Permiso
Por otra parte, los contratistas muestran el permiso que los autoriza a circular por las rutas del país. Y en el marco de la cosecha, se movilizan por la zona sin más, a pesar de las medidas preventivas que adoptan con banderas, balizas y carteles.
La velocidad de la cosechadora no alcanza ni cerca los 40 km/h, por lo suele provocar en rutas colas de automóviles que se “acumulan” detrás hasta lograr el sobrepaso prudente.
La mínima
Otro de los factores que se suman, y tiene que ver con el control de carga, es la velocidad con la que transitan muchos camiones que exceden los límites de toneladas. Más allá de dañar la carpeta, también los menos prudentes automovilistas se pueden encontrar, viajando a unos 110 km/h, con un camión a 40, la mínima, lo que lo obliga a una frenada desmedida.
Por otro lado, los excesos de velocidad de estos vehículos de gran porte son corrientes cuando no existen controles de ningún tipo.
Sólo parches
Se están realizando tareas de mantenimiento y bacheo en la ruta 4, por ahora en el tramo Etruria-Chazón, mientras los más deteriorados esperan por obras más completas, tal el caso de Etruria-La Laguna-Ausonia. Lo mismo sucede en la ruta nacional 158 en el trayecto Villa María-San Francisco, que espera la promesa de autovía.
Esa es una de las obras paralizadas (nacional), ya que se deben agregar a la lista la ruta a Silvio Péllico que días atrás desató un nuevo reclamo o la ruta que une a La Palestina con Ticino, completando la vía a Arroyo Cabral, donde también serán necesarios controles de carga y preventivos, ¿por qué no?
Esta realidad es parte del panorama de las rutas de nuestra región. Y da miedo, porque aparecen más promesas que responsables. F.A.G.