Junto a su pareja y su pequeña hija de 9 años, Luciana Escudero fue una de las primeras pobladoras de su manzana. Residen en calle Lago Fontana desde hace poco más de 8 años. Ayer recibió a EL DIARIO en su casa.
“Los padres de Javier (su compañero) compraron dos terrenos acá, uno para mi cuñada, la hermana de él, y otro para nosotros. Y nos vinimos. No había prácticamente nada. En mi cuadra sólo existían dos casas”, recordó.
“De este lado de la fábrica había pocas viviendas. Luego se fue poblando”, declaró. “Obviamente, ya estaba el pub Quinoto”, rememoró haciendo alusión a un espacio de referencia del sector.
El Golf “es tranquilo y eso es lo mejor que tiene. Además, presenta mucha naturaleza. Pero estamos lejos de todo”.
Luciana precisó que los habitantes son, esencialmente, jóvenes. “Creo que lo fueron eligiendo matrimonios jóvenes con hijos chicos”, consideró la entrevistada.
Entre los puntos negativos, especificó que ve al barrio descuidado. “No cortan el césped. La entrada está toda despintada. Pienso que el municipio no se preocupa por esta zona”, señaló.
Su mayor preocupación es la falta de gas. “Hace 8 años que estoy viviendo acá y no sucede nada. Tenemos luz y cloacas, pero en invierno se hace insoportable la ausencia de gas. Nosotros gastamos fortuna, mil pesos por mes, en estufa eléctrica. Se han hecho muchas reuniones con el municipio para reclamar”, manifestó.
Escudero recordó que “en su momento se decía que iban a tener gas algunas viviendas porque llevaban la conexión al barrio Jardín del Golf. La Municipalidad no quiere invertir acá, porque la mayoría votamos en Villa María”.
Luciana (32) vive con su pareja, Javier Gremo y son papás de Martina. Cuando llegaron no tenían cloacas pero la consiguieron a los 3 años. Hoy esperan, como el resto de los habitantes del Golf, el gas.
Es crítica hacia el Gobierno local. “Uno corta el césped y si dejás yuyos no te lo llevan. Podás árboles, llamás a la Municipalidad para que te retiren las ramas y no lo hacen. Se quema una luz y tenés que esperar largo tiempo para que la remplacen”, dijo.
Luego, abundó en sus quejas. “El camión regador pasa cada muerte de obispo y a veces suele hacerlo a las 9 de la noche, en pleno verano. Entonces tendés la ropa y se te llena de tierra”, se lamentó.
Ve a Villa Nueva como una ciudad que ha quedado “estancada”, mientras que Villa María “fue creciendo”. No le gusta el intendente Guillermo Cavagnero. Cree que no ha hecho mucho por la localidad.
Ella es ama de casa y además trabaja en una peluquería, desde hace un año. Javier, su compañero, es transportita y Martina cursa el cuarto grado.
Tímida, la pequeña, presente en la entrevista con este matutino, no quiso aparecer en las fotos junto a su madre, que también tuvo prurito en hacerlo pero finalmente accedió.
“Por favor, no quiero que se malinterprete lo que digo sobre el municipio, no lo digo en mal tono, es la realidad. Necesitamos que nos presten más atención”, aclaró al final de la charla.