Si la crítica de “Los Grimaldi” apuntara estrictamente hacia el desempeño del elenco dentro de una estructura básica de obra teatral, se podría decir que se trata de una comedia de trama simple, con un final feliz esperado y situaciones en escena sin demasiadas complejidades.
Ahora bien, si el foco se amplía hasta incorporar el paladar de un público masivo -que llenó las dos funciones ofrecidas el viernes pasado- ávido de un humorismo directo o que roza con lo chabacano y deseoso de testear en vivo y a pocos metros a personajes reconocidos del espectáculo, la puesta en sí funciona sobre rieles. La historia que subyace a la obra retoma el clásico formato de la comedia de enredos americana, donde una familia ricachona explicita sus “trapitos al sol”, entre ardides y engaños. En este caso, el empresario Doménico Grimaldi (Rodolfo Ranni) se hace pasar por enfermo amnésico en silla de ruedas para apreciar las conspiraciones que puedan tejer sus herederos.
Entre las performances se destaca el gran creativo, actor y dramaturgo José María Muscari quien hace del marido de Dora (Nazarena Vélez) que -huelgan las obviedades- se descubre homosexual. Georgina Barbarossa, en tanto, muestra sus mejores cartas cuando en el final explota el desquicio desproporcionado en el papel de Susana, la hija que intenta quedarse con todas las empresas de Doménico. La pieza también cuenta con la participación de Jey Mammon (cuyo personaje, drogón y díscolo, se desvía con altos y bajos hacia un humor absurdo), Diego Pérez, Julieta Bal, Micaela Vázquez, Thiago Batistuta, Lucas Velasco y Coki Ramírez, quien a pesar de hacer las veces de una enfermera trucha, se gana los aplausos cuando se muestra como cantante.
Juan Ramón Seia