“Todavía falta mucho camino por recorrer” - Noticias de Villa Maria - El Diario del Centro del País Online

Cada nuevo aniversario del Día del Animal nos presenta una oportunidad de resaltar el papel irremplazable que los animales juegan en la vida del ser humano, ya sea proporcionándole vestido y alimento, ayudándolo en su trabajo, como mascotas que le alegran la vida o, más recientemente como acompañantes terapéuticos, la lista se hace cada vez más extensa. En esta oportunidad quisiéramos reflexionar sobre cómo va cambiando la mirada de la sociedad acerca de ellos. El cambio es demasiado lento y, lamentablemente, esa lentitud se cobra vidas de animales inocentes. Sin embargo, desde una perspectiva más optimista, el cambio se nota. Se nota en la cantidad de personas que se dedican al proteccionismo de animales de compañía, centrándose esa acción en los perros, tal vez porque son ellos los que pululan por las calles de la ciudad, hambrientos, ateridos, con ojos que claman por una mano que los acaricie. Se nota en las organizaciones de profesionales que se dedican a asesorar a quienes se enfrentan con la problemática del maltrato u otras situaciones conexas. Se nota, también, en un cambio de actitud sutil pero perceptible en la actitud de la ciudadanía en general hacia estas criaturas que dependen de nosotros como nosotros de ellas. ¿Es esto suficiente? En absoluto. Todavía hay muchos que adoptan un cachorrito o un gatito y luego, cuando estos crecen, los abandonan a su suerte. Todavía existen los “deportes” donde se matan animales impunemente. Aún perduran los experimentos que innecesariamente toman a animales como sujetos y los torturan sin razón. Aún falta legislación que regle el transporte y sacrificio de animales para el consumo humano. Todavía falta mucho camino por recorrer. La sociedad humana ha comenzado a recorrerlo. Sólo que, en la era de la tecnología, seguimos recorriéndolo a pie en lugar de hacerlo en un medio de transporte más acorde con la época.

Hay muchas cosas que sorprenden y que no conocemos de los animales, sobre todo de aquellos con los que no convivimos. Este es un ejemplo de esos datos poco conocidos del reino animal.

Magister María T. Magi

Actividades especiales

Se llevará a cabo hoy una actividad especial por la conmemoración del Día del Animal.

La iniciativa se desarrollará desde las 9.30, en el Centro de Adopción Municipal (CAM), con la participación de alumnos de distintas escuelas de Nivel Inicial de la ciudad.

En la oportunidad, más de 160 niños del Instituto San Antonio y del Complejo educativo El Caminante, recorrerán las instalaciones del CAM y recibirán charlas de concientización sobre la tenencia responsable de animales. También habrá una demostración de habilidad con un grupo de perros adiestrados de la Aduana y luego habrá un show musical a cargo del Payaso “Pururú”.

El amor de los cisnes sobrevive a la muerte

Parsifal era un cisne que buscaba novia. En la primavera de 1942, en plena Guerra Mundial, Parsifal emprendió su primer vuelo en busca de novia, pero no pudo encontrar otros cisnes en ninguna parte pues habían sido diezmados por el hombre. Y cuando excepcionalmente encontraba algunos, estos eran parejas. Los cisnes, una vez que forman pareja se mantienen unidos de por vida, período que puede ser de hasta sesenta años, durante los cuales se mantienen siempre fieles, algo bastante raro de encontrar en las parejas humanas.

Defraudado, Parsifal continuó su búsqueda hasta que, finalmente, llegó a las orillas del lago Costanza, en Suiza. Y fue allí donde, por fin, encontró a su hembra, Elsa. Ellos formaron una pareja ejemplar y, año tras año, trajeron al mundo numerosos polluelos.

Pero el destino les iba a jugar una mala pasada. En una oportunidad en que se encontraban nadando en el lago con sus siete hijitos, quienes estaban siendo alimentados por los turistas que esperaban su turno para embarcar, Elsa no se dio cuenta de lo peligroso de la situación hasta que fue demasiado tarde. Con las alas extendidas trató de alejar a sus hijos del embarcadero, pero ella misma quedó atrapada entre el casco de la embarcación y el muelle y murió aplastada. Parsifal no volvió a “casarse” de nuevo. Mientras más feliz fue un cisne en su “matrimonio”, más difícil resulta que el cónyuge superviviente vuelva a formar pareja.

Aquella tragedia ocurrió hace ya veinte años. Y en la actualidad, Parsifal, todavía solo, acude a nadar frecuentemente en las proximidades del mismo embarcadero en el cual un trágico destino le arrebató a su compañera.

*Adaptado de “Un cocodrilo para desayunar”, de Vitus B Dröscher, enólogo