La noche del sábado quedará por muchos motivos en la lista de hechos inolvidables del boxeo y el deporte nacional. Una velada boxística, en un estadio de fútbol y con varios títulos en juegos, aunque lo que se robó parte del protagonismo no fue ni el boxeo, ni los brillos y sombras del espectáculo, fue la intensa lluvia que desde temprano se precipitó sobre Capital Federal.
La presencia de Sergio “Maravilla” Martínez, defendiendo con éxito por primera vez su cetro mediano de la CMB, no tuvo el nivel de pelea pretendido, y lo pareja que resultó la contienda produjo que público y periodistas acreditados tuvieran sensaciones distintas a la hora de reconocer al ganador.
Al campeón se lo vio con menos velocidad de piernas, que le quitó la posibilidad de desplazarse como acostumbra; mostró menos potencia en sus manos (más allá de la lesión de una de ellas) y sin brillar como en otros combates anteriores. Una prematura fractura de su mano izquierda, obligó a replantear la estrategia de la pelea. “Maravilla” dejó dudas de su total recuperación de la operación en la rodilla derecha, sumado a la nueva lesión en su mano izquierda.
Este cronista lo vio ganar muy ajustadamente al argentino, pero considerando a la hora de puntuar que el local y campeón lleva siempre una ventaja que no está escrita en ningún reglamento, pero que en definitiva existe.
De todos modos, lo ajustado de la derrota, debería ser motivo de preocupación ya que se sumó una nueva caída con conteo y heridas importantes, como sucedió en la anterior pelea ante Chávez Jr. y más teniendo en cuenta que Martínez ya tiene 38 años.
Lo de Martínez ante Murray fue un tanto opaco, apenas discreto, sin el fuego sagrado de meses atrás. Se le puede dar la venia por la mano lesionada, pero quedó evidente la brecha generacional entre ambos púgiles. Lo cerrada de la pelea dejó divergencias en el fallo, donde muchos periodistas vieron ganar a Martínez y otros a Murray. La única incógnita es el futuro del argentino, cuyo final deportivo parece estar más cerca.