Una vecina de Ballesteros denunció ayer a tres efectivos policiales de la Unidad Departamental Unión por graves hechos de violencia y abuso que tuvieron como víctima a su hijo de 17 años.
Tania Valeria Colazo acusó puntualmente a Javier Inga y Norberto Pezzana, quienes prestan servicio en la Subcomisaría de Ballesteros, y a Daniel Gaudino, que se desempeña en el Destacamento de Alto Alegre, y los responsabilizó “por lo que de ahora en más le pueda suceder” al adolescente.
Visiblemente preocupada por lo acontecido, la mujer dijo que Gaudino golpeó a su hijo tras pretender secuestrarle la motocicleta en la que había llegado al pueblo, y posteriormente Inga y Pezzana quisieron interceptarlo en el camino de ripio que va de Alto Alegre a Ballesteros, donde efectuaron al menos dos disparos con sus armas reglamentarias luego que el menor eludiera el control policial.
Denuncia pública
Colazo, de 33 años, se presentó anoche en la Redacción de EL DIARIO para hacer públicos los incidentes registrados a última hora del miércoles, luego que el adolescente N. G. D. viajara a Alto Alegre para encontrarse con su novia, una chica también menor que vive en dicha localidad.
En rigor de verdad, por la mañana concurrió a la sede de la Departamental Unión, en la ciudad de Bell Ville, donde formuló una denuncia formal ante el titular de dicha dependencia, comisario Marcelo Marín, y en las próximas horas hará lo propio en la Justicia.
Según el relato de Colazo, todo comenzó poco antes de las 23 de la antevíspera, en momentos en que la joven pareja estaba paseando por la plaza del pueblo, algo que hacen habitualmente cuando el chico visita a su novia.
En esas circunstancias, un amigo de N. le envió un mensaje de texto a su celular, informándole que un policía estaba tratando de llevarse su motocicleta, que se encontraba estacionada cerca de allí, frente a la plaza.
“Acá mando yo”
Siempre de acuerdo a los dichos de la mujer, el adolescente se dirigió raudamente hacia donde estaba la moto (una Guerrero Trip de color gris, propiedad de Colazo) y le preguntó al uniformado por qué se la quería llevar, a lo que Gaudino le respondió: “Callate la boca, acá mando yo y te llevo la moto porque quiero”.
“Como el policía no quiso darle explicaciones, mi hijo se sentó en la moto para impedir que se la llevara”, explicó la mujer y agregó: “Gaudino le reclamó que se bajara, pero mi hijo volvió a decirle que no, porque tenía todo en regla, y le pidió que me llamara a mí porque soy la dueña, pero el policía no quiso”.
Colazo precisó que “en ese momento el policía le pegó una trompada en las costillas, todo esto delante de la novia y de otras personas que había en la plaza a esa hora. Ante esto, mi hijo se asustó, encendió la moto y escapó del lugar”.
Por segunda vez
La mujer aclaró que Gaudino “ya lo había golpeado en noviembre del año pasado, en aquella oportunidad le pegó y le sacó la moto. Por eso fue que anoche (por el miércoles) se escapó… ¡porque le tiene miedo! La próxima vez que va a hacer, ¿le va a pegar un tiro?”, preguntó indignada.
Al continuar su relato, Colazo indicó que “a mitad de camino (cuando iba por el ripio que une Alto Alegre y Ballesteros) se le cruzó una chata del CAP con dos efectivos: a uno lo conoció, porque es de nuestro pueblo… se llama Javier Inga, pero al otro no. Asustado como estaba, mi hijo los eludió” y siguió hacia Ballesteros.
Dos disparos
Sin embargo, ni bien el menor realizó la maniobra evasiva, “Inga hizo al menos dos disparos”, señaló la mujer. Y agregó: “No fueron al aire, porque mi hijo sintió que picaron delante de la moto”.
Colazo continuó relatando que unos tres kilómetros antes de llegar a Ballesteros, el adolescente entró a un campo de una familia conocida y, exaltado, les pidió ayuda. “Ellos colaboran prestándole un celular para que me llamara”, contó la mujer.
“El se comunicó conmigo exactamente a las 23.36. Estaba llorando y muy asustado. Alcanzó a decirme que le habían pegado una trompada, pero no pude entenderle mucho más. Yo estaba en Villa María, así que me fui rápidamente a buscarlo”, agregó Colazo.
En el campo estuvo algunos minutos. La señora que lo asistió le dijo que se quedara, pero como el chico vio al menos dos móviles cerca de allí (la camioneta del CAP y un patrullero de la Caminera), decidió irse para su casa.
Al llegar a la vivienda familiar, una hermana de Tania le avisó que su sobrino se encontraba bien. “Cuando llegué tenía un ataque de nervios, estaba bañado en transpiración y todo rojo, lo vi muy asustado y no paraba de llorar”, destacó Colazo.
“Pensamos que la Policía iba a ir a mi casa -continuó- pero nunca fueron. Por eso, como a las 2 de la madrugada fui a la Subcomisaría de Ballesteros a preguntar qué había pasado. Había dos chicas que me dijeron que el encargado, Norberto Pezzana, no estaba. Pero llegó poco después”.
El propio Pezzana le dijo que en la camioneta del CAP iban él y Javier Inga y que los habían llamado de Alto Alegre pidiendo que secuestraran la moto, porque el chico se había resistido.
Colazo agregó que cuando les preguntó por qué le habían querido quitar la moto, los uniformados dijeron desconocer los motivos y posteriormente negaron haber efectuado disparos.
“Inmutables”
La mujer insistió: “¿Mirá si me lo mataban por una moto?” Pero no obtuvo respuesta. “Les advertí que iba a denunciar esto y quedaron inmutables”, añadió.
Con respecto al diálogo que mantuvo con el comisario Marín, en Bell Ville, la mujer cuestionó con severidad el proceder de los efectivos, porque “pusieron la vida de mi hijo en juego”, a lo que el jefe policial se comprometió a tomar cartas en el asunto.
“Hago responsables a estos tres policías, Inga, Pezzana y Gaudino, por cualquier cosa que pueda pasarle a mi hijo a partir de esta denuncia pública”, advirtió Colazo tras recordar que el adolescente seguirá viajando a Alto Alegre para ver a su novia.