La costa. Cerca de las cuatro de la madrugada pocos autos circulaban en la zona centro de la ciudad. Por lo contrario, el sector de la nueva costanera había sido copado por "los curiosos" que paseaban con sus cuatro ruedas tomando por primera vez la rotonda del Anfiteatro y recorriendo el empedrado detrás del coloso de cemento a la vera del río. De esta manera se hallaba más despejado el tramo que se extiende hasta el complejo V.A. y Fin de la Costa (que se sumaron a los festejos del 31), donde se escucharon ritmos de tunga tunga acompañados por los comensales que gastaban las suelas de sus zapatos, con algunos pasodobles y "merentetos".
Tranquilo y sereno. El festejo de fin de año se tomó con mucha mayor tranquilidad que en años anteriores. No se registraron exabruptos, ni empujones o petardos tirados entremedio de la gente, a pesar de que esta vez la lluvia dijo presente. Tampoco se observaron actos de borrachera excesiva, sí más bien grupos de amigos que compartieron la noche "adobados" por los líquidos del dios Baco.
Horario extendido. Aunque la tesitura fue bastante similar a la de la noche de Navidad, con la misma música, ubicación, la misma proporcionalidad de asistentes en los distintos locales (La Bodega llevó esta vez un poco más para su molino), se distinguió una novedad. El horario de cierre se estiró al menos una hora más. La velada navideña había finalizado estrictamente a las 6 de la madrugada, mientras que el comienzo del año pasó la barrera de las 7.
Orden. La disposición de la seguridad en los accesos y salidas de los boliches también tuvo su punto a favor, con carriles habilitados para los autos.
La perla. Uno de los puntos que marcó más diferencias, fue la disco Aruba Summer de Villa Nueva que lanzó fuegos artificiales, cerca de las cinco de la madrugada ante un salón repleto.
V. A.