Después de arañar durante tanto tiempo el filo de la cornisa para sostenerse con vida en la tercera categoría del fútbol argentino, Alumni finalmente cayó anoche al Torneo Argentino B. Un final triste para el club, para el fútbol villamariense y para la gente que coqueteó con el sueño del crecimiento futbolero de la ciudad.
Las lágrimas de los más de 200 villamarienses que viajaron hasta Tres Arroyos así lo certificaron, tras la agónica derrota -2 a 1, en tiempo suplementario- que el equipo sufrió ante Brown de Puerto Madryn. Lágrimas bajo el frío de una noche que pintaba para felicidad y, a falta de tres minutos, se cargó de tristeza. Lágrimas de impotencia porque se acababa de esfumar una gran oportunidad histórica entre las manos, cuando pocos pronosticaban un cierre de esta magnitud. Lágrimas de injusticia por lo que acababan de ver en la cancha de Huracán de Tres Arroyos. Lágrimas por el “ya no ser” que siempre deja un descenso.
Alumni había jugado como para quedarse en la categoría y conservar ese mote de “Duro de matar” que supo ganarse en tres promociones consecutivas y en los penales ante Racing. Pero el fútbol no entiende de merecimientos. Matemáticamente, se gana con goles. Y para ello, Brown aprovechó que tuvo en cancha a dos tipos oportunos para batir el arco de enfrente. Con eso barrió todo el esfuerzo, el toque más preciso y la mayor búsqueda que había mostrado el elenco villamariense a lo largo de todo el partido.
En líneas generales, Alumni anduvo casi siempre más cercano al éxito, pero cuando menos se lo esperaba, sufrió dos veces en el arco propio y se encontró con el descenso abriéndole las puertas.
Desde el arranque del partido, Alumni parecía más claro en la circulación de la pelota, a pesar de que debió lidiar con el viento en contra.
Con Walter Cuevas desbordando desde la derecha y Santiago Aloi encarador por la izquierda, en pos de sumar gente al ataque, el entrenador Héctor Arzubialde había planeado tener mayor presencia ofensiva y eso entusiasmó. Mientras, Brown no llegaba a conectar en los metros finales porque Juan Manuel Tévez, quien a la postre terminó siendo el jugador decisivo de la historia, estuvo muy aislado en el primer tiempo.
Sólo las corridas de Martín Dedyn para la recuperación de la pelota, los cierres expeditivos de Lisandro Beratz en el fondo y el empuje de Tévez se destacaban en el equipo sureño, aunque todo por debajo de un Alumni que, merced a la sapiencia de Alejo Gelatini y la movilidad del resto, crecía desde el pie, a pesar de que por momentos abusaba del pelotazo desde la defensa.
El arquero Sebastián Pereyra tuvo que reaccionar ante Herrera y Altuna, antes de ver cómo “Falucho” dilapidaba una chance con remate cruzado. Y con este panorama, quien debía cambiar su imagen para el complemento era Brown.
Luis Murúa, DT de “La Banda”, captó el mensaje y no dudó en mandar a la cancha a su jugador fetiche, Diego Armando Giménez, quien llegaba al partido luego de 30 días de rehabilitación por un desgarro.
El cambio no pudo haber sido tan efectivo. Es que, en menos de 15 minutos, Giménez hizo más que todos: primero quiso sorprender con una media vuelta que pasó cerca del palo. Y después, envió un remate tan impecable que la pelota pegó en el poste y se metió.
Brown se puso en ventaja y pasaba a mostrarse entero, pero se desilachó rápidamente cuando Dedyn, el motorcito de su línea de volantes, vio la segunda amarilla y se fue expulsado, mientras Giménez debió salir remplazado por haberse resentido de la lesión con aquel remate certero.
Alumni respondió de la mejor manera, a medida que Arzubialde buscaba mayor desequilibrio de ataque con los ingresos de Diego Torres y Nicolás Gayoso.
Llamativamente, no fue Torres quien esta vez le dio frescura al juego del equipo; sí lo hizo Gayoso cuando, desde el sector izquierdo, se juntó con Aloi para encarar. Desde allí llegó un centro del propio joven, a los 33 minutos, que le puso justicia al partido, con el toque goleador de Carlos Herrera para marcar el 1 a 1.
Con un hombre de más en cancha, un rival atrincherado y un Gelatini lúcido, Alumni tenía todo para ganar, menos la sapiencia para trasladar sus buenas intenciones al arco contrario.
Hubo que seguir sufriendo en tiempo suplementario. Y allí pasó de todo.
En la primera etapa se fue mal expulsado Espíndola, se lo perdió Tévez frente a Scalzo y luego no la pudo meter Reina (tras jugadón de Herrera), con el arquero Pereyra vencido.
Y en el último tiempo del alargue, Aloi fue quien dilapidó su oportunidad, cuando Alumni apretaba para ganarlo y se mostraba más entero en todo sentido. Sin embargo, una pelota larga, una subida con criterio del lateral Strano y un centro que Scalzo no supo controlar, terminaron en el frentazo de Tévez, por el segundo palo, que desató la fiesta de medio Puerto Madryn.
Alumni se quedó lamentando por lo que había desaprovechado, no sólo en el partido, sino en el resto del campeonato. El replanteo será necesario, aunque rápidamente se necesiten los tiempos de mirar para adelante.
La figura
Juan Manuel Tévez terminó erigiéndose en la figura de la tarde-noche por haber definido la permanencia de Brown, con un cabezazo oportuno. Además, se las bancó bien solito en ataque contra toda la defensa de Alumni. En cuanto a juego, lo mejor fue Alejo Gelatini.
El árbitro
El santafesino Carlos Boxler se equivocó en mostrarle la segunda amarilla a Espíndola por una falta que no la ameritaba, ya que el jugador dominaba la pelota y cometió infracción sobre un rival sin intención ni violencia. En lo demás, el árbitro estuvo correcto y terminó el partido sin problemas.