Monseñor Damián Bittar dio una de sus primeras palabras a los medios desde que es obispo, consagración que se dio en diciembre de 2008.
Desde diciembre de 2010 es el titular de la Diócesis de Oberá, Misiones. Este pastor muy querido en la Diócesis villamariense, de 50 años y oriundo de Arroyo Cabral, vino para la consagración episcopal de Samuel Jofré Giraudo.
En este contexto, y mientras se hizo una pausa en el permanente contacto con la gente que se le acercó y le daba saludos afectuosos, dialogó con EL DIARIO y fue crítico de la realidad social del país, aunque aseguró que tiene “esperanza”. Además, se mostró apesadumbrado por el flagelo de la drogadicción, consideró que el Papa Francisco produjo un reencuentro de la Iglesia con la gente y evaluó que con Jofré “nace una nueva etapa” para la feligresía local.
Una ciudad diferente
Bittar dijo que viene unas tres veces al año a esta región. “Desde San Justo (fue obispo allí también) podía venir más seguido pero desde que estoy en Oberá, donde me encuentro solo como obispo, puedo hacerlo dos o tres veces al año”, explicó.
Viene a la Villa y a Arroyo Cabral, donde tiene a sus padres y hermanos.
“Cada vez que vengo, me asusta el tránsito, el movimiento y crecimiento urbano” de Villa María, resaltó.
“Me sigue impactando el cambio y eso que vengo seguido. Por eso digo que si alguien deja de venir cinco años, cuando regresa no la conoce más”, indicó.
En Oberá está “muy bien, viviendo una experiencia muy linda”. “Me toca suceder a un obispo que falleció a los nueve meses de haber comenzado una nueva Diócesis. Y empezar una nueva es un desafío interesante, no hay historia entonces hay que comenzar desde cero”, recalcó y comparó que la de Villa María tiene 57 años y la de Oberá “va para los 4”.
Presenta “muy poquitos sacerdotes nativos, sólo seis, el resto son misioneros extranjeros, veinte, que nos ayudan”.
“Entonces todos los desafíos pastorales y sociales de la zona son realmente arduos y hermosos, las dos cosas a la vez”, confesó.
El purpurado confió que “no fue tanto el cambio de San Justo a Oberá sino de Villa María a San Justo, en donde estuve dos años”. “Cuando me estaba acomodando a la gran urbe, a La Matanza, al Gran Buenos Aires, me tocó partir de nuevo para una zona que es de las que más me gustan, la de las ciudades relativamente chicas, un poquito más chica que Villa María, y con poblaciones menores y mucha zona de campo”, describió.
La pobreza
Consultado sobre cómo observa la realidad de la República Argentina, respondió que “es compleja” y que existen muchos desafíos.
“En las zonas donde vivo creo que los porcentajes de indigencia y pobreza son mucho mayores que los que se encuentran en esta zona del país. En este sentido uno vive con mucha preocupación la cuestión social, el tema de la pobreza, las necesidades básicas, la vivienda, que allá es muchísimo más precaria que aquí, las familias son numerosas. Veo la situación del país con preocupación. También con esperanza, porque Argentina ha pasado muchas situaciones y seguimos caminando pero lo veo con preocupación”, manifestó.
-¿Los gobernantes trabajan para modificar esta realidad?
“Uno estima que hacen todo lo que pueden. Me parece que falta más diálogo de los gobernantes con otros sectores de la comunidad que pueden aportar y sugerir ideas para salir de determinadas emergencias que se tienen. Falta más diálogo y apertura para que el partido gobernante dialogue más con diversos sectores”, respondió.
La droga
Luego se le comentó que en varios puntos del país hubo una marcha, precisamente un día antes de la asunción de Jofré, solicitando la despenalización de quien consume marihuana.
“Mi mirada es la que el Episcopado ha establecido y compartido en documentos muy claros. Uno puede respetar las marchas y la opinión de quien sea pero no comparte esa postura porque cree que eso no soluciona el problema del narcotráfico, la drogadicción y puede agravar la problemática de aquellas personas que han caído en la desgracia del consumo de drogas, que es un viaje de ida pero no de vuelta”, sostuvo.
En este aspecto, consideró que la droga es uno de los principales flagelos de la juventud y que “está unido, sobre todo en las ciudades grandes, a la violencia y a la falta de trabajo”.
“Se dice que a un muchacho que cayó en la droga les espera algunas de las tres C, según dicen los que trabajan con ellos: calle, cárcel o cementerio”, advirtió.
¿Por qué se da esto? Respondió: “Hay un millón de jóvenes que no tienen ni trabajo ni estudio en el país. En las ciudades grandes eso significa calle, no familia y tampoco en general tienen familia sólida. Les espera entonces la calle y la calle no es buena escuela”, interpretó.
Papa Francisco
Por otro lado, dijo que la llegada del Papa Francisco “sorprendentemente renovó, fue un fenómeno que se dio en el mundo, un impacto que ya ha provocado un regreso de mucha gente a la comunidad católica, a la comunión, a la misa, incluso me he encontrado con testimonio de gente casi no creyente que escucha a Francisco, que tiene un lenguaje muy claro y cercano y trata de aplicar esas palabras en la vida de la familia”.
Sobre Jofré, opinó que “es interesante que sea un hombre joven, de la provincia de Córdoba, con raíces en la región y por lo que dijo quiere trabajar muy cerca de los sacerdotes: creo que se abre una linda etapa para la Diócesis como se abrió para la Iglesia con Francisco”.