Mientras Andrés Calamaro se pregunta “la libertad, ¿dónde está?”, otras personas, en cambio, se interrogan “la igualdad, ¿dónde está?”.
Y esperan respuestas porque diariamente intentan con coraje transitar por los caminos de la vida en una silla de ruedas.
Dos historias diferentes se conjugaron en la noche del pasado sábado, en el Anfiteatro que recibió en su flamante escenario al músico Andrés Calamaro.
Violeta Bonardi llegó a la hora señalada, junto a su amiga. Había averiguado previamente en el Correo para concurrir al show.
“Averigüé antes de ir con el certificado de discapacidad autenticado y me dijeron que la persona que me acompañaba debía sacar una entrada, yo tenía pase gratis (por ley) y nos iban a ubicar en un lugar acorde”, contó la joven a la periodista de EL DIARIO.
No fue así. En la puerta del “Anfi” la interceptaron dos personas, le pidieron la entrada (popular izquierda) y con cara de ‘y ahora qué’ le preguntaron “¿cómo hacemos para subirte?”.
Increíble, pero cierto. En medio del desconcierto de la joven en silla de ruedas, llegó otro muchacho y cortante le dijo: “Tendrías que habernos avisado antes que venías en silla de ruedas para ver dónde te ubicamos”.
Violeta a esta altura sentía mucha bronca. Ella había ido al recital de Ricardo Arjona y fue llevada hasta arriba por cuatro personas con el riesgo que eso supone. Pero estuvo.
Esta vez, a nadie pareció importarle. Le dijeron que reclame en la Boletería.
“Fui porque soy porfiada. Les expliqué que nadie me dijo que tenía que avisar. Me respondió que si entraba en la página de Edén lo decía. Entré a todas las páginas y en ninguna dice nada. Me la banco, me quedé sin verlo, pero pienso en esas mamás que están en silla de ruedas y no podrán llevar a sus hijos a un espectáculo en el Anfi.”
Sí, aunque parezca una ficción en la ciudad que crece, con un coloso que es magnífico y que atrae turismo, Violeta no pudo entrar a ver a Calamaro por el simple hecho de tener una movilidad diferente.
“No quiero que se arme lío, sólo quiero que cambie. Que no se tiren flores hablando del ‘Anfi’; si es la carta de presentación de la ciudad ,que sea para todos. Eso quiero.”
Pide, nada más ni nada menos, que lo justo. Pide simplemente “igualdad”.
El sí, ella no
Violeta estuvo en nuestra Redacción con Sylvia Giacomelli, acostumbrada a las peripecias de manejarse en silla de ruedas, y el presidente de la Asociación De igual a igual, Lucas Basualdo.
La organización, sin duda, no tenía un criterio definido sobre el ingreso de las personas con discapacidad motriz.
Lucas tuvo un poco más de suerte. La moneda cayó de su lado. Acostumbrado a ir a recitales, intentó ingresar por el sector derecho.
“Las personas que estaban en la puerta me dijeron que debía entrar por el izquierdo y allí fui”, contó.
Hizo el extenso tramo que separa los dos laterales del ‘Anfi’ y encontró miradas que reflejaban no tener la menor idea de qué hacer con él.
En medio de las dudas, llegó una persona de la organización y le dijo que podía entrar.
“Entré y atravesé más de cinco metros de ladrillo molido. Lo atravesé tipo Dakar, haciendo ‘willy’ con la silla, subí por la rampa (que tiene una inclinación riesgosa) y me quedé al lado de la escalera. Por supuesto, la gente se paró y del show no vi nada”.
Para reflexionar
En un momento en el que la lucha por las igualdades está en pleno apogeo, surgen estas historias cotidianas que indican que no todo lo que cuentan se asemeja a la realidad.
Está claro que un espacio público como el Anfiteatro no está preparado como corresponde para dar soluciones concretas a las personas con discapacidad motriz.
A pesar de las leyes que protegen los derechos de los discapacitados, no está previsto un lugar para ubicarlos y que puedan disfrutar del espectáculo ni un ingreso que facilite la movilidad.
Las personas que utilizan la silla para ir de un lugar a otro enfrentan todos los días una odisea. Se les complica ir a ciertos centros de salud, pasear por el centro y hasta ingresar a determinados edificios.
Las palabras de los tres entrevistados tuvieron un hilo común. “Queremos que cambie, sabemos que tiene que ser de a poco, pero queremos que cambie.”
En algún momento, alguien tendrá que decir dónde está la igualdad.