Hay veces que la vida te brinda satisfacciones que quedan muy marcadas. Y una de ellas vivió, recientemente, el villamariense Pablo Mercadal, de 39 años, quien participó de una ultramaratón que se realizó en Tucumán y logró un valioso tercer puesto.
Después de una corta pero incesante preparación en las calles de Villa María y llevado por una fuerte vocación atlética personal, Mercadal partió junto a su señora rumbo a Tucumán, donde se encontró con su primo Juan Pablo Riva Mercadal (31 años) y participaron en la modalidad de equipos de la Expedición de Aventura y Autosuficiencia “Yerba Buena a Tafí del Valle”, organizada por la empresa privada EcoAtletas.
Lo “hago para salir un poco del estrés, de romper la rutina, desenchufarme”, explica mientras revela que esta aventura en tierras tucumanas “nació de un estímulo por parte de mi tía” y detalló que “hace dos años que vengo haciendo este tipo de maratones de montañas, principalmente acá en las sierras y está muy bueno por todo lo que tiene que ver con la aventura y te brinda un estímulo fabuloso”.
No obstante, ninguna de sus experiencias anteriores había sido de la magnitud que afrontó el pasado sábado (hasta ese entonces había participado hasta 21 kilómetros) y siendo el único cordobés de las 350 personas que participaron de la expedición, lo que remarca aún más el considerable esfuerzo del corredor local.
Y allí, ese sábado y durante más de 12 horas recorriendo 80 kilómetros de caminos, ríos y paisajes desconocidos, de vivenciar una experiencia única e irrepetible, de vencer sus temores justamente en una de las cinco carreras más importantes que hay en la Argentina de esa índole (ultramaratón), encontró tras pasar la meta, la grata sorpresa y regodeo de tener un lugar en el podio.
La carrera
Para semejante logro, Mercadal explica que mucho tuvo que ver “la muy buena logística y planificación previas de mi primo, quien ya lo había hecho dos veces y conocía el trayecto; entonces, en muchos lugares dependía mucho de una buena planificación y la logística porque al ser una carrera de autosuficiencia vos llevas todo”.
“El objetivo era hacerlo en 14 horas para disfrutarlo y hacerlo tranquilo, porque en mi caso tenía miedo de acalambrarme o lesionarme, pero arribamos a la meta con otra. Y terminamos haciendo un tiempo de 12 horas y 35 minutos, lo que fue algo bárbaro”.
“La carrera tuvo un antes y un después, que es en Anfama, donde ya se recorre la mitad de la carrera (42 km)”, relata el docente de nuestra ciudad, mientras escucha a su mujer, quien también vivió la maratón con intensidad, nervios y ansiedad, ubicada al lado del locutor de la carrera, para estar al tanto en cada momento,
Sobre la importancia de Anfama describe que, en ese momento y después de haber cumplido la mitad de la competencia y haber cruzado ríos y subir y bajar cordones montañosos, “nos dimos cuenta quiénes eran nuestros rivales, porque hasta entonces fuimos a disfrutar la carrera”.
Es que su primo, cuando se fija en la planilla de control, “se da cuenta de que los que estaban delante de nosotros se estaban yendo en ese momento y él los conoció porque eran tipos que hacía dos años que se estaban preparando para esa carrera, cuando nosotros sólo hacía dos meses. Por lo que, nos dijimos, ‘vamos a hacerles carrera’”.
Desde allí, “si hubiese un director filmando una película, le sale perfecta. Ya que competimos durante 38 kilómetros por el tercer puesto con el otro equipo”, remarcó.
Enseguida, destacó la importancia de la logística realizada por su compañero de equipo al puntualizar que “tenía indicado dónde teníamos ríos para así no quedarnos sin agua”. “Los empezamos a seguir de atrás y nos dimos cuenta de que se habían puestos incómodos porque no paraban a cargar agua”, sostuvo luego y detalla que en todo ese tramo lo que pasó fue “que los pasábamos nosotros, luego ellos (siempre cuando se detenían a buscar agua), después nosotros”.
Hasta que en la parte final y cuando se veía Tafí del Valle, “bajábamos las quebradas como si fueran un tobogán por lo competitiva que estaba la carrera, que se termina definiendo con un kilómetro de diferencia”, resaltó.
“Así que fuimos con una idea y arribamos a la meta con otra”, repite, mientras destaca que “al otro día miraba esas montañas y no podía creer que habíamos subido todo eso”, colmado de felicidad y euforia.
Anécdota
Entre las tantas anécdotas que le brindó la aventura, Mercadal explicó cuando debieron retroceder para salvar a una chica que no podía cruzar uno de los tantos ríos que les tocó atravesar: “Vimos con mi primo, mientras subíamos, que una chica se quedó en el medio de un río y no podía cruzar, mientras su compañera intentaba sacarla con el bastón, pero no llegaba. Entonces, salió un poco ese espíritu solidario, que tiene que ver con este tipo de experiencia, me metí al agua y ayudar a sacarla”.