Escribe Silvina Scaglia, Lic. en Nutrición
La obesidad no respeta sexos y, por cierto, tampoco edades. También nuestros niños pueden estar excedidos en peso. Y aunque los compañeritos del grado los consideren gorditos simpáticos, los niños, como los mayores, se sienten afectados cuando la obesidad los hace diferentes de sus pares y no es bueno subestimar esta situación. En realidad los riesgos de un chico con sobrepeso en el presente son pocos (problemas de pie plano, riesgo ante una cirugía), pero serán muy importantes para su futuro.
Muchas enfermedades se originan en los malos hábitos alimentarios que se tienen durante la infancia, lo que ocurre es que recién se manifiestan 30 o 40 años después (colesterol, hipertensión, alteraciones óseas y articulares).
Es indudable que los hábitos de una alimentación sana se siembran en los primeros años de vida, por lo tanto las costumbres de cada familia tienen impacto en las actitudes alimentarias del niño. Pero, ¿se puede poner a un niño a dieta? No, en el sentido estricto; sí, en un sentido amplio, es decir, se lo puede orientar y es conveniente hacerlo en cuanto a la calidad de los alimentos que conviene ingerir, evitando que la comida se transforme precozmente en premio de una buena conducta o en el modo habitual de demostrar afecto.
La prioridad número uno en la lucha contra la obesidad infantil es vencer el sedentarismo, evitar que se aburra, porque cuando el niño no tiene nada que hacer, generalmente come.
Aunque parezca increíble, todavía hoy, para muchas personas, un chico gordito es sinónimo de salud. Un error, el sobrepeso en los niños afecta no tanto la salud presente como su bienestar futuro.
Hasta la próxima...