Ya de niño escuchaba los programas de radio que se producían por cantidades y no por tantas emisoras, como ocurre contemporáneamente. Era más acotado el dial y, diría yo, más profesional y prolijo. Estaban frente a un micrófono sólo aquellos que realmente tenían condiciones genuinas para ejercer esa condición. El "fierrito" no era sólo un entretenimiento, se respetaban códigos y se generaban programas serios, atractivos y con contenidos. En resumen, existía un marco inquebrantable de respeto por el oyente. En esa línea, por la noche siempre, inconfundible, se podía escuchar la voz de Pedro Aníbal Mansilla (locutor peruano, radicado en Buenos Aires), en un espacio que marcó todo un estilo en cuanto a la manera de conducir un programa y paralelamente, con un perfil musical inconfundible que incluía justo a la medianoche, un minirecital de Los Beatles. El espacio fue producido por Ricardo Kleiman y se adueñó de las horas sin sol hasta que su ciclo culminó, siempre con el estilo sugerente de Mansilla, en 1986.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO