Alejandra Garzona, de la Universidad de Cuyo y especialista en la temática de la discapacidad en la educación superior, estuvo en la Universidad Nacional de Villa María, participando de diversas actividades impulsadas desde la Comisión de Accesibilidad y Derechos Humanos de la casa de altos estudios.
Junto a Daniela Dubois, secretaria de Bienestar de la institución local, Garzona dialogó ayer con la prensa y consideró que la legislación argentina en la temática de la discapacidad es una de las mejores del mundo, pero advirtió que falta poner en práctica varias cuestiones.
“Mundialmente se cree que el 10 % de la población mundial tiene discapacidad. En teoría, debería estar representada esa cifra en el claustro de alumnos, pero no ocurre. Es cierto que hay un fuerte núcleo que lo cognitivo le impediría acceder a la universidad. En ninguna casa se presentó un número muy interesante”, señaló, aunque más tarde dijo que la apertura de las universidades a personas con discapacidad creció notoriamente en los últimos años y que permitió una mayor accesibilidad.
Dubois, en tanto, especificó que en la casa villamariense hay 15 alumnos con discapacidad. Recalcó que el desafío de la educación superior es llegar a toda la población para demostrar que están las puertas abiertas para estudiar, para todos y todas.
Por otro lado, Garzona explicó que “las universidades europeas tienen servicios que atienden la inserción laboral”, algo que por el momento está ausente en la República Argentina.
En este aspecto, advirtió que el mercado laboral es además difícil para cualquiera. E hizo hincapié en que “lo importante es que accedan a los estudios, hay quien asiste porque le interesa el estudio y no necesariamente para luego trabajar”, por lo que subrayó que “el desafío es garantizar la accesibilidad” a poder estar en el aula de la casa de altos estudios y aprender.
La profesional dijo que la ley aprobada en 2008 “ratifica los derechos de las personas con discapacidad, tocando todos los temas” siendo “transversal a las demás áreas”: “Si respetáramos esta ley, las otras leyes podrían no existir”. No obstante, fue tajante: “Tenemos suficientes derechos en las leyes, pero falta completarlos con prácticas”.
En ese sentido, aseveró que “la legislación argentina es de las mejores del mundo, pero la práctica nos está faltando”.
“Por lo menos nosotros estamos trabajamos en hacernos cargo de lo que es competencia nuestra, garantizar que la persona vea a la universidad como un lugar posible y no inalcanzable. La UNVM tiene eliminadas las barreras físicas, lo que no ocurre en otras, la de Cuyo recién en los últimos años ha comenzado a hacerlo, porque son edificios construidos de manera inaccesible”, al ser viejos.
La especialista que estuvo de visita habló del compromiso, “en qué me comprometo yo para que esto sea posible, el compañero como compañero, el docente haciéndose cargo de este cambio del alumno que tenemos, que no es un alumno único”.
“Creo que estamos avanzando a grandes pasos. No es casual que todas las universidades nacionales aumentaron la cantidad de estudiantes con discapacidad”, aseveró.
“En los modelos biologicistas y psicologistas de la interpretación de la discapacidad, se la ve como individual y que la tiene la persona ciega o con discapacidad intelectual. Si en cambio hablo desde el modelo social, la persona tiene la deficiencia, no la negamos, pero existen barreras de participación en la comunidad, entonces existe una responsabilidad social: cada uno atendiendo la cuestión desde el rol que le compete, deja de ser algo perteneciente a la persona para pasar a ser algo social. Deben entonces quitarse las barreras en pos de la accesibilidad”, concluyó.